No hay plata y eso no es lo peor
Reveladora confesión de un intendente orreguista. La escasez de recursos compromete el presente y el futuro de los municipios, sin distinción de color político.
'Plata no hay. No hay plata'. Así, al derecho y al revés, el intendente de Rivadavia, Sergio Miodowsky, parafraseó al presidente Javier Milei este lunes en Banda Ancha. De tan repetida, la frase puede haberse lavado hasta convertirse en un slogan. Pero no lo es. Aún así, la falta de recursos no es lo peor.
Lo peor es que el orreguista Miodowsky no tiene ni siquiera una puerta a dónde ir a golpear en Buenos Aires. Es la primera vez que sucede en los últimos 40 años, desde la restauración de la democracia. Todos los antecesores de Javier Milei montaron alguna oficina para vincularse directamente con los municipios, a través de la ejecución de programas y proyectos específicos. Todo eso se terminó.
Si un intendente del oficialismo provincial sufre esta carencia, con mayor razón les está sucediendo a los justicialistas. Miodowsky tiene el respaldo del gobernador Marcelo Orrego y especialmente del vice, Fabián Martín, quien le heredó el poder en Rivadavia. En otro contexto, estos vínculos políticos le hubieran bastado para acceder a los despachos más encumbrados en Buenos Aires, allá donde atiende Dios.
Pero, como ya se dijo en esta columna anteriormente, todos los manuales de la política clásica se quemaron con Milei. El dogma libertario reniega de estos vínculos a los que calificó de 'casta' desde el momento inicial. El presidente sigue celebrando que eliminó las 'partidas discrecionales' para las provincias. Por supuesto esa motosierra les pasó por la cabeza a los intendentes.
Las así llamadas 'partidas discrecionales' son todos aquellos recursos que Nación históricamente destinó para el desarrollo de obras federales por fuera de la coparticipación: pavimentos, agua potable, parques. Cambiaron los nombres según la administración, pero siempre existieron. Destinaron fondos para la mejora del habitat o incluso la construcción de viviendas por cooperativas.
Sin esta fuente de financiamiento, los intendentes quedaron atados de pies y manos. Condenados a subsistir con su índice de coparticipación aunque apenas les alcance para pagar salarios, pasar la escoba y recoger la basura domiciliaria. Fin.
Es decir, les cayó encima la misma restricción que a la provincia. El problema es que la coparticipación se ha derrumbado en términos relativos. La caída del consumo impactó fuertemente en la recaudación de los impuestos que Nación distribuye entre las jurisdicciones. De todos los tributos, IVA es el más importante.
El único que creció en recaudación en la era Milei es el impuesto PAIS, que no es coparticipable. Por lo tanto, las provincias, no lo ven. Los municipios tampoco. No lo ven.
La otra fuente de recursos de un intendente es el cobro de las tasas por el alumbrado, barrido y limpieza. Ahí están más complicados aún. Rivadavia tiene un índice de cumplimiento del 38 por ciento en general, según dijo Miodowsky. ¿Van a ajustar la rienda? ¿Van a intimar a los vecinos? ¿Van a ejecutar a los morosos? La respuesta a todo es no.
Hay plena conciencia de la caída del ingreso familiar. Para los jefes comunales es tiempo de ayudar más que de exigir. Al menos hasta que pase el temporal. Y esto último lleva a la siguiente reflexión. ¿Falta mucho para el alivio?
Los gobernadores -Orrego incluido- se reunieron con el Jefe de Gabinete, Nicolás Posse, y el ministro del Interior, Guillermo Francos, para avanzar en el trueque que les propuso Milei. Es decir: apoyar el Pacto de Mayo, el DNU y la nueva versión de la Ley de Bases, a cambio de un desembolso que les permita respirar.
Todavía no se pusieron de acuerdo en nada, salvo en conformar dos comisiones para afinar la letra chica. De todos modos, Orrego se encargó de manifestar a viva voz su vocación de acompañar. Si es la condición para recuperar algo de coparticipación, las alternativas no son muchas.
Orrego espera que el Ejecutivo Nacional envíe al Congreso un proyecto para restituir la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias. El gobernador, cuando todavía era diputado nacional, votó en contra de la eliminación que promovió Sergio Massa, entendiendo que la medida comprometía seriamente el equilibrio fiscal de San Juan.
Pero no hay consenso acerca de restituir Ganancias en los salarios. Está la oposición de gobernadores justicialistas como Axel Kicillof. Y está la oposición de gobernadores cambiemitas como Nacho Torres. En la Patagonia sería indefendible una medida semejante porque afectaría a muchos trabajadores de altos ingresos.
Por eso, este grupo de mandatarios provinciales le reclama a la Casa Rosada que comparta el impuesto PAIS. O el impuesto al cheque. Hoy ambos se quedan allá nomás. La negativa de Milei ha sido rotunda.
Hasta ahora lo único que se transfirió fue déficit. Cuando Nación retiró el Fondo de Incentivo Docente y el ítem de Conectividad, ahorró una suma millonaria y le tiró la bomba a la provincia. La misma lógica utilizó al borrar el subsidio al transporte de pasajeros. A las tarifas energéticas. A los comedores escolares.
La cuenta es simple. Si Orrego no recibe el alivio, los intendentes tampoco.
A pesar de todo, Miodowsky se esforzó por mostrarse optimista. Dijo que siente que todo va a mejorar. Tiene que mejorar. Aunque plata no haya. Ni siquiera una puerta para golpear. O alguien dispuesto a escuchar.
JAQUE MATE