Esta columna de opinión está condenada. Es un esfuerzo inútil volcar este puñado de palabras que no le importan a nadie. No hay manera de rebelarse contra la insensibilidad social. Dedicarle estas líneas al maltrato a los jubilados es una pérdida de tiempo.

O tal vez no. Tal vez valga la pena aunque sea dejar testimonio de que no todos aplauden este nuevo acto de crueldad.

La eliminación lisa y llana de los medicamentos de PAMI con 100 por ciento de cobertura es eso, un acto de crueldad. La justificación oficial dijo 'gestión más ordenada y eficiente'. Es un argumento salido de una reunión de directorio. Si el Estado es bobo y hay que destruirlo, entonces vale hablar en jerga de gerentes.

Hoy todo eso tiene luz verde. Mide bien. A los jubilados les siguen pegando abajo, como escribió Charly. Fueron los que hicieron el mayor esfuerzo, el mayor aporte al equilibrio fiscal y a la motosierra libertaria. Les tocó la peor parte de la licuadora. Pagaron con sus magros haberes la devaluación de diciembre y nunca más recuperaron el poder adquisitivo perdido.

Según datos oficiales, hasta agosto las jubilaciones y pensiones aportaron el 25 por ciento al superávit fiscal. Hicieron un sacrificio mayor que incluso las empresas constructoras y toda la UOCRA, porque la obra pública quedó en segundo lugar entre los damnificados por el ajuste.

Aguantatelas, por jubilado

Los adultos mayores fueron los grandes perdedores del modelo. No fueron los funcionarios, ni sus asesores, ni sus secretarios, ni sus autos con chofer, ni sus viáticos, ni sus despachos alfombrados y climatizados. En el ranking, los más perjudicados fueron los viejos.

El presidente Javier Milei firmó el veto a la ley que les quería restituir unos 15.000 pesitos miserables en compensación por la devaluación de diciembre. Y ahí se terminó la historia. No hubo una horda de indignados en la calle peleando por los abuelos. Ellos mismos se mostraron más resignados que enojados.

Quedó la sensación de que, en el fondo, muchos de ellos acompañaron política e ideológicamente la medida de austeridad con el bolsillo de los que menos tienen. Son tiempos de sublimar el sacrificio. De terminar con la fiesta. ¿La fiesta de quién? Suenan los grillos...

Sobre llovido, mojado. Este lunes PAMI comunicó que a partir de diciembre se terminan los medicamentos con 100 por ciento de cobertura, como regla general. Solo podrán continuar con el beneficio aquellos que tengan haberes inferiores a los 400.000 pesos. Parece que por encima de esa jubilación sobra la plata.

Pero no es todo. Aún quienes se encuentren por debajo de los 400.000 pesos no tendrán cobertura al 100 por ciento de PAMI sino que tendrán que iniciar un expediente. Tal vez les reconozcan el beneficio. O tal vez se los rechacen. Imposible adivinar cómo le irá a cada uno.

Lo único concreto es que a partir de ahora, todo el mundo se queda sin cobertura total de medicamentos, que tendrá que ir a la farmacia con un fajo de billetes en el bolsillo para retirar sus remedios o, peor aún, optar por dejar de tomarlos. Primero hay que, por ejemplo, pagar la boleta de la luz. Sí, la tarifa que en diciembre también tendrá un aumento porque 'el libre mercado' y 'Alemania en 30 años'.

Pero no hubo una protesta de hijos y nietos en defensa de los abuelos. Ni explotaron los mensajes en redes. Es parte del esfuerzo que seis de cada diez sanjuaninos consideran que hay que transitar para gozar de un futuro mejor. Ese dato fue medido por el consultor Antonio De Tommaso en noviembre. Aunque Milei tenga una imagen de alrededor del 48 por ciento positivo, es mucho superior la cantidad de personas que conserva la esperanza. En el combo, la esperanza incluye el azote.

Entonces esta columna de opinión está condenada. Es un esfuerzo inútil. Un puñado de palabras que no le importan a nadie. No hay manera de rebelarse contra la insensibilidad social.

O tal vez no. Tal vez valga la pena aunque sea dejar testimonio de que no todos aplauden este nuevo acto de crueldad.


JAQUE MATE

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