Son días difíciles para el presidente del PRO en San Juan, Enzo Cornejo. Tiene que surfear una ola desafiante, tras heredar de su antecesor, Eduardo Cáceres, un partido dividido. En el horizonte solo aparecen más nubarrones. Hay un sector interno habilitado por la conducción nacional para lisa y llanamente abrir una sede paralela. Todo, en pleno año electoral.

Desde la mismísima Patricia Bullrich hasta otros dirigentes de peso en el PRO porteño, como Eduardo Macchiavelli, le dieron el visto bueno a los sanjuaninos Hugo Ramírez y Fernando Patinella para hacer rancho aparte. Escucharon las quejas y asintieron. El partido se fue cerrando progresivamente y algunos integrantes quedaron apartados. 

Luego explotó la bomba el miércoles 25 de noviembre del año pasado. Esa tarde, la vicepresidenta del PRO local, Gimena Martinazzo, hizo pública su denuncia por violencia de género contra el diputado nacional Cáceres. Pocas horas después, también por redes sociales, el legislador le contestó.

Desde entonces el escándalo fue in crescendo. Cáceres recibió el 2021 con un procesamiento apelado, pero procesamiento al fin. Martinazzo sufrió la rebelión de la mitad de su bloque de concejales en Rawson y más recientemente, la crítica implacable de la juventud, alineada con el diputado nacional. El impacto político todavía no podría ser medido. Pero el daño es palpable.

Cornejo fue y vino de Buenos Aires, donde logró una victoria parcial. Lo ratificaron en el cargo a pesar de las maniobras para que desembarque un interventor federal. Logró sostenerse en el poder, en medio del tembladeral. Pero al mismo tiempo le designaron un 'facilitador' para que se ocupe del caso Cáceres-Martinazzo. A él le reportará el tribunal de disciplina. El elegido se llama Esteban Garrido, un legislador de la CABA.

Sin embargo el enviado de Bullrich todavía no apareció por San Juan. Fue papá recientemente y claro, sus prioridades distan bastante de las controversias provincianas. Mientras tanto, Cáceres y Martinazzo bajaron circunstancialmente el tono de su confrontación al menos en lo local. 

En Buenos Aires, el abogado siguió su periplo por medios nacionales. La semana pasada estuvo en Crónica promoviendo su proyecto de 'Ley Alejo' y, de paso, atacando a su denunciante. Todo, ante la vista del país. Para el PRO es un asunto incómodo, porque tiene como protagonista nada menos que a un integrante del bloque en la Cámara Baja del Congreso.

En este contexto, Bullrich alentó a los macristas disidentes tener su propio búnker. Su apertura es inminente. Pero hay más. Llamativamente, Martinazzo se acercó a este grupo para colaborar con el espacio. Es la vicepresidenta del partido orgánico, segunda autoridad debajo de Cornejo, pero está dispuesta a acompañar por afuera también.

Ramírez es, a todas luces, quien lleva el timón de este sector histórico, desplazado y resiliente. En Banda Ancha la semana pasada dijo que hace mucho que no tiene diálogo con Cornejo. Su enemistad con Cáceres es manifiesta. ¿Esto lo acerca necesariamente a Gimena?

El médico sostuvo que tampoco habla frecuentemente con la ex delegada del Ministerio de Desarrollo Social de Nación. Pero la conoce desde la cuna. Es amigo del papá de ella, Carlos Martinazzo, de toda la vida. 

El próximo lunes 26 de abril, Bullrich recibirá en Buenos Aires a cuatro sanjuaninos. Tres de ellos serán Ramírez, Patinella y Martinazzo. Es posible que Cornejo ya esté enterado de ello y que esté midiendo las oportunidades para actuar en consecuencia.

Tiene dos alternativas, en principio. La primera es seguir distanciado de este otro sector, respaldado en la institucionalidad. Él tiene la firma del PRO para integrar el frente electoral con Marcelo Orrego. El resto de las voluntades macristas carece de ese sello partidario. No es un dato menor. Claro que esta opción, la del divorcio, tiene también un costo político.

La segunda alternativa es convocar a los disidentes. Es aparentemente lo que le han requerido desde Buenos Aires. Abrir el diálogo le permitiría ejercer la conducción de un partido en crisis. No será fácil, de ninguna manera. Tampoco tendría garantizado el éxito.

Cornejo tiene además otro condicionante y es el propio Cáceres. Llegaron juntos al partido y actuaron siempre en tándem. De hecho, Martinazzo estuvo siempre con ellos. ¿Sigue escuchando el diputado provincial las indicaciones del diputado nacional? ¿O ganó autonomía para darle su propia impronta a esta etapa que transita el macrismo sanjuanino? Posiblemente sea pronto para responder estas preguntas.

Finalmente, una obviedad: el PRO es un partido importante. Si fue gobierno nacional durante cuatro años, claramente lo es. Por eso resulta poco entendible el estado de fractura interna que atraviesa por estas horas. Es cierto que la derrota golpea. En el llano es más difícil sostener la unidad. Pero el macrismo tiene su propia historia de desencuentros en San Juan, mucho antes de la caída de 2019.

Cornejo es el único que tiene silla en la mesa del Frente Juntos por el Cambio en la provincia. Esa es su carta fuerte. ¿La última?


JAQUE MATE