Eran otros tiempos, con otro brillo. Eran épocas de victorias. La hegemonía bloquista marcó el destino de la provincia en democracia y hasta en dictadura, a lo largo del siglo XX. Quedaron varios íconos de ese poderío. Uno en particular, con aroma sanjuanino y sello local: las empanadas cantonistas. Grandes, bien rellenas, tan calientes como el movimiento incesante en los comités. Pero aquello quedó en el pasado. Hoy el bloquismo está más cerca de poner las costillas.

Sin querer, la metáfora gastronómica salió de boca de la vicepresidenta partidaria, Laura Adámoli, este miércoles en Banda Ancha. Como viene diciendo hace rato, ratificó que el bloquismo 'sí o sí' tiene que competir con candidatos propios en 2023. Sin poner en tela de juicio la buena relación con el PJ uñaquista, trazó una línea: no pueden seguir mezclados.

Frente a ese rapto de ¿valentía?, Adámoli reconoció que algunos le advierten que les van a contar las costillas. En la jerga política, eso significa que finalmente se sabrá cuántos votos son capaces de reunir los bloquistas por sus propios medios, sin confundirse con el peronismo. Si finalmente sucede en 2023 -tras la frustración de 2021- habrá punto final para el misterio.

Habrán pasado 18 años desde la última vez que hubo un voto bloquista puro dentro del cuarto oscuro. Fue el 23 de octubre de 2005 cuando compitió la fórmula integrada por Juan Gilberto Maratta y Alfredo Castillo para senador y diputado nacional respectivamente. Quedaron terceros y muy lejos. Desde entonces el partido de la estrella selló un acuerdo total con el PJ.

Costillas a la bloquista
El último voto bloquista puro fue este, en 2005

Así el partido de la estrella logró conservar una banca en el Congreso, que fue siempre para Graciela Caselles en la Cámara Baja. La expresidenta del bloquismo transita su cuarto mandato consecutivo como legisladora nacional. La fuerza heredera de los hermanos Cantoni también consiguió sostener algunos municipios, el histórico Iglesia, Zonda y más recientemente, Angaco. Y un discreto bloque en la Cámara de Diputados de la provincia. Y un puñado de concejales diseminados en todo el territorio.

Volver a competir con listas propias, medirse contra el peronismo y el resto de los partidos políticos en las elecciones generales de 2023 pondrá al bloquismo en situación de blanquear su presente. A los dirigentes les sobra entusiasmo. Pero no están exentos de cierta desconfianza. El experimento puede salir bien o mal. La vara para medir los resultados será la conquista o la pérdida de lugares en relación a lo que tenían cuando iban detrás del justicialismo.

Les van a contar las costillas. Pero Adámoli no parece tener inconvenientes. '¡Y que las cuenten!', contestó sin empacho este miércoles en Canal 13. 'Y si son pocas, son pocas', remató la dirigente fiel a la metáfora.

¿Piensan igual con Luis Rueda, el presidente del partido? En el trazo grueso sí, pero siempre hay matices. El líder bloquista suele tener mayor mesura para las definiciones cuando se trata de la vinculación con Sergio Uñac. También puede ser más severo, si se trata de cuestiones internas. 

Uno de los aspectos más controversiales en la relación entre Rueda y Adámoli fueron las expulsiones de Enrique Conti, Juan Domingo Bravo y José Anselmo Aballay. A la viuda de Leopoldo Alfredo Bravo le dolió particularmente que lo corrieran a Conti. 'No nos sobra nadie', dijo ella, con evidente expectativa de que haya un reencuentro político.

Otro punto de disidencia entre Rueda y Adámoli es el posicionamiento frente a la Casa Rosada. El secretario privado del gobernador está bien relacionado con las segundas líneas de la Presidencia de la Nación y lo exhibe abiertamente. En la interna entre albertistas y kirchneristas, su afinidad está con los primeros. Adámoli no quiere saber nada con el Frente de Todos que hoy gobierna el país.

El encuentro interno se produce cuando entra en escena Uñac. Para Adámoli, hay que trazar una diferencia notoria entre lo nacional y lo provincial. Dijo que el gobernador es justicialista pero está haciendo una buena gestión. Por lo tanto, hasta dejó abierta la chance de que el partido y ella personalmente pudieran apoyar la continuidad del pocitano en 2023. No así en los departamentos.

De todos los distritos, el más delicado podría resultar Capital, donde el intendente Emilio Baistrocchi está resuelto a buscar la reelección. En 2019 contó con el respaldo bloquista pero en 2023 podría enfrentarse con ese aliado. Para Adámoli, no cabe ninguna susceptibilidad porque 'es el juego de la política'. Puso como ejemplo o antecedente la derrota que le tocó sufrir a Franco Aranda en la interna de hace tres años.

Baistrocchi ha fortalecido su vínculo con las cuatro juntas departamentales del PJ: Capital Centro, Desamparados, Concepción y Trinidad. Aunque el voto es ciudadano y gana el que mayor nivel de acompañamiento consiga, las estructuras no serían despreciables a la hora de militar el territorio. Y si el bloquismo se abre, con muchas o pocas costillas, será una resta. No importaría en un contexto de holgura, si sobraran los puntos. Pero los guarismos del año pasado encendieron la luz amarilla.

El intendente capitalino también aceleró algunas obras demoradas y esta semana lanzó con respaldo de Uñac la repavimentación de las avenidas Libertador, Ignacio de la Roza y Córdoba, por un monto de 500 millones de pesos. Alto impacto para una mejora que estará a la vista de todos y todas, recién hecha.

El bloquismo se despidió de Capital en 2007, cuando Conti desechó la posibilidad de competir por la reelección. Desde entonces es una meta pendiente el regreso. Hay miradas encontradas, entre los que se envalentonaron y los que todavía miden los tiempos. Si Baistrocchi tiene hilo en el carretel, ¿es oportuno romper políticamente?

El partido centenario pasó de una época gloriosa a la subordinación como único salvavidas antes que la extinción. Anduvo de capa caída pero reconstruyó la autoestima. Terminó la época de las empanadas cantonistas y se avecina el menú de costillas bloquistas. Asadas a la parrilla, bien despacito. Si son muchas o son pocas, bueno, cada vez falta menos para saberlo.


JAQUE MATE