Demencial
Supermercados, laboratorios y farmacias en la mira de los acuerdos de precios para frenar una inflación galopante. ¿Está todo fuera de control?
Hasta septiembre de 2021 la inflación acumuló un alza del 37 por ciento, según datos oficiales del INDEC. Es una barbaridad teniendo en cuenta que a ese ritmo y con elecciones de por medio, el último trimestre puede resultar catastrófico. La primera responsabilidad será del gobierno de turno, lógicamente. Pero también de la histórica especulación que hizo del aumento de precios un argentinismo tan nocivo como folklórico.
Si hay elecciones, aumentan los precios por las dudas. Es parte de una tradición transversal a distintos gobiernos de los más variados colores políticos. Un drama que cada nuevo presidente aseguró que podría domar y se terminó yendo con el peso de la derrota sobre sus hombros.
El único que fabricó un artificio antiinflacionario fue Carlos Menem, con la costosísima convertibilidad. Aquella ficción del uno a uno terminó con el derramamiento de sangre en el estallido de 2001. De aquello se cumplirán 20 años en diciembre.
Los Kirchner, Néstor primero y Cristina después, nunca pudieron reducir la inflación a menos de dos dígitos. Los salarios le ganaron a la inflación y eso se tradujo en un círculo virtuoso de consumo, pero la inflación se mantuvo siempre presente. La anomalía de otras naciones se convirtió en rutina para la Argentina.
El libremercadista Mauricio Macri, con un equipo de economistas ortodoxos, redujo la emisión monetaria a cero absoluto, como condición para acceder al empréstito sin precedentes del Fondo Monetario Internacional. Pero eso no evitó que dejara la gestión con 50 por ciento de inflación. Emisión cero, inflación galopante y recesión histórica. Un combo letal para fabricar pobreza.
Luego llegó Alberto Fernández y su promesa fallida de llenar la heladera y volver al asado. Dos años después de haber iniciado la gestión los resultados en materia económica siguen haciéndose esperar. La pandemia no facilitó la gestión, pero tampoco funcionará como excusa permanente. Hay cierta reactivación según el sector que se mire, pero la inflación sigue siendo un flagelo que empuja a cantidades de familias por debajo de la línea de pobreza.
Si la inflación general es elevadísima y en tan solo 9 meses acumuló increíbles 37 puntos, observar estrictamente los precios de los medicamentos es aterrador. Estimaciones privadas indican que en lo que va del año, los remedios subieron el 43 por ciento, muy por encima del resto del promedio. En algunos casos, según el medicamento en cuestión, ese incremento pudo orillar el 60 por ciento. Una locura.
El golpe se siente mucho más en hogares con adultos mayores que, a pesar de la cobertura de PAMI, siempre tienen costos fijos muy elevados en la farmacia.
Por eso el gobierno nacional anunció el congelamiento de precios de medicamentos hasta el 7 de enero, retrotrayendo los valores al 1 de noviembre. Después de que pasen los Reyes Magos se verá cómo sigue la historia.
El presidente del Colegio Farmacéutico de San Juan, Mauricio Barceló, dijo en Banda Ancha que no les gusta ese acuerdo de precios congelados, porque olfatean que terminarán jugando a pérdida. Aseguró que las farmacias no fijan los valores de venta al público sino que eso viene dado por los grandes laboratorios. Y es sabido que el que está arriba siempre le transfiere los sacrificios al que está más abajo.
Dijo Barceló que el dólar incide mucho en el alza de los medicamentos. Sin embargo, entró en terreno pantanoso. ¿Qué problema hay con el dólar si el único que aumenta es el informal, el blue, el ilegal? ¿No debieran las operaciones farmacéuticas en su totalidad regirse por el dólar oficial, que es precisamente el que está anclado? En tal caso, ¿hay compras y ventas que se rigen por el mercado paralelo? ¿Con qué fin? ¿Cómo queda la registración contable para presentar ante la AFIP?
El presidente del Colegio Farmacéutico terminó saliendo como pudo de ese atolladero. Debió reconocer que los laboratorios históricamente han especulado con los precios de los medicamentos. ¿A costa de quién? Resulta bastante obvio. Siempre pagaron los enfermos, sus obras sociales, sus medicinas prepagas o incluso Salud Pública.
Entonces la lógica de los laboratorios se parece bastante a la de los grandes supermercados, a diferencia de que estos últimos no producen nada, simplemente son intermediarios con capacidad de fijar el precio de los alimentos. ¿La inflación es culpa de ellos? Parece una respuesta muy simplista y acomodada a las urgencias del gobierno de turno. Sería pecar de ingenuo. Pero que este comportamiento de 'sálvese quien pueda' empeora todo, de eso no cabe duda.
En Banda Ancha el diputado nacional justicialista Walberto Allende fue políticamente incorrecto al decir que no le gustan los precios congelados porque no resuelven el asunto de fondo. Es una verdad a gritos, pero que lo diga un oficialista a pocos días de las elecciones, es inesperado.
Sin embargo, Allende admitió que 'algo había que hacer'. Pase entonces como medida transitoria. Nadie espere milagros tampoco. Llegarán los Reyes Magos y con ellos, el gobierno tendrá que habilitar el aumento de los medicamentos frenado en los meses anteriores. Tiene toda la apariencia de haber pateado el problema para más adelante, con el fin de sacarle presión a la estadística inflacionaria del INDEC de 2021, que ya roza lo demencial.
JAQUE MATE