Es ensordecedor el silencio del peronismo sanjuanino. Cinco días después de la derrota sufrida en el ballotage, hubo solo declaraciones sueltas, mínimas. Difíciles de conseguir. Apenas trascendieron reflexiones de dirigentes asociados al PJ, como el referente de Juan Grabois, Eduardo Camus. El joven militante dejó una metáfora futbolera con tono de profecía. Al fin de cuentas, siempre habrá revancha tras un campeonato perdido.

'En un pan y queso solo hay que convencer a uno para volver a ser mayoría', dijo Camus. Equivale a persuadir a uno de cada 10 argentinos. A nivel nacional esto es cierto. Tiene lógica pese a la diferencia contundente de 12 puntos entre Javier Milei y Sergio Massa resultante el 19 de noviembre. El peronismo aguarda desde ahora el menor desgranamiento para recuperar el voto perdido.

Tampoco será fácil ni inmediato. La recuperación del PJ estará atada, fundamentalmente, al éxito o al fracaso de la gestión del libertario. El razonamiento parece obvio. A veces hay que decirlo igualmente para moderar las expectativas cuando el León todavía no asumió.

El presidente electo logró altísimos niveles de acompañamiento en toda la sociedad, de manera transversal. Desde los sectores más acomodados hasta los más vulnerables, desde los más ilustrados hasta los más populares. Solo así pudo aplastar a Unión por la Patria en el cuarto oscuro. No fue el final cabeza a cabeza que habían proyectado los encuestadores. Milei accederá al poder con un respaldo que no tuvo Mauricio Macri en 2015.

Si puede sostener esa luna de miel con su electorado, el peronismo tendrá que aguardar pacientemente su turno. Apenas trastabille la gestión, habrá llegado la hora del 'pan y vino'.

Eduardo Camus es un militante territorial que jugó con Sergio Uñac en la interna justicialista. Decir que es portador de apellido sería injusto, porque viene trabajando políticamente desde abajo. Sin embargo, por sus venas corre sangre política. Es bisnieto del gobernador Eloy Próspero Camus, quien asumió junto con Juan Domingo Perón en 1973 y cayó con la dictadura de 1976.

Si bien es cierto que el 'pan y vino' funcionaría a nivel nacional para recuperar apoyos perdidos, en San Juan la cuenta es más difícil. Milei se llevó seis de cada 10 votos en esta provincia. El batacazo fue mucho mayor o el voto castigo fue mucho peor, según la perspectiva.

Ese es el dato más hiriente para el peronismo local que sigue lamiéndose las heridas. Es grande la tentación de salir a echarse culpas. Tal vez para esquivar ese riesgo es que la mayoría se llamó a silencio. Un silencio ensordecedor.

'De ninguna manera estoy de acuerdo en que nos comamos el hígado entre nosotros', dijo Camus, haciéndose cargo de esta realidad inocultable. Está sucediendo tras bambalinas. El peronismo cierra un 2023 para el olvido. El 10 de diciembre se despedirán del gobierno provincial luego de 20 años ininterrumpidos y también le entregarán las llaves de la Casa Rosada a Milei.

La onda expansiva llegó a todos lados. Hasta perdieron los justicialistas que buscaban la reelección en el Foro de Abogados. Marcelo Álvarez cayó frente a Franco Montes, ex candidato a intendente de Eduardo Cáceres en Capital. La ola de cambio inundó hasta el último rincón. No se salvó nadie.

La democracia impone tragar saliva, felicitar al ganador y retirarse con dignidad hasta la próxima cita. El riesgo más grande en este tránsito es infligirse heridas internas cada vez más graves. 

Por eso Camus advirtió sobre los riesgos de 'supurar odio o enojo'. Su vínculo permanente con Grabois permite inferir que es una bajada de línea de alcance nacional. Calmar los ánimos y lavar los trapos sucios en casa. Hacia afuera, solo silencio. Cualquier palabra desacomodada podría generar una reacción en cadena imposible de medir.

El peronismo no se siente cómodo como oposición. Siempre aflora su vocación de poder. De ese rasgo surge la crítica macrista: 'no dejan gobernar'. En realidad, toda gestión se respalda en las mayorías. En la medida en que Milei pueda fortalecer su lazo con la ciudadanía, poco podrá hacer el justicialismo más allá de ser primera minoría en ambas cámaras.

Macri tampoco tuvo números propios en el Congreso, sin embargo el PJ acompañó algunas votaciones incómodas como el pago a los fondos buitres. No fue gratuito. Sucedió en el marco de la negociación política. No es invento argentino, es propio del funcionamiento de cualquier parlamento.

Entonces tuvo razón Camus al decir que 'la gobernabilidad en Argentina te la da el pueblo', no un acuerdo de cúpulas. Ciertamente es un arma de doble filo, porque el respaldo popular puede ser muy volátil. Sobre todo cuando se acumulan los años de frustraciones.

El gobierno de Macri terminó mal. El de Alberto fracasó. Milei tendrá que afrontar necesidades urgentes. Y es cierto que ganó las elecciones con una motosierra en la mano. Habrá que ver si la gente sigue apoyando el ajuste cuando le toque el bolsillo de alguna manera, a cambio de otra promesa, la de un futuro ideal en el mediano y largo plazo.

Aún desorientado, el peronismo guarda silencio. Es tiempo de libertarios. Ya llegará la hora del 'pan y vino'.


JAQUE MATE