El pecado de Orrego y la oposición
¿Cómo piensan oponerse a la eliminación de las PASO si vienen de rechazar la competencia interna este año? Una cosa es evadir las primarias circunstancialmente y otra diferente es prescindir de esa herramienta a perpetuidad.
Tiene sobradas razones la oposición para defender la continuidad de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias que el gobernador Sergio Uñac propone suprimir en 2023. Sin embargo, en Juntos por el Cambio también tienen un pecado reciente para purgar, al haberle escapado a las internas en las legislativas del 12 de septiembre.
Si finalmente prospera el debate y el Poder Ejecutivo envía el proyecto de reforma electoral a la Cámara de Diputados, Juntos por el Cambio tendrá que explicar la razón por la que ahora defiende las PASO si hace apenas un par de meses las esquivaron. Presentaron una lista de unidad luego del renunciamiento de otros aspirantes, como Rodolfo Colombo.
Se asumió, puertas adentro, que con esa resignación de apetencias estaban validando el liderazgo de Marcelo Orrego. Evitaban desafiarlo. Lo coronaban como único conductor, de cara a 2023. Claro que en la contraparte, al electorado le ofrecieron una única alternativa y los votantes tuvieron que ir a las urnas para cumplir con un trámite sin más sentido que el de una gran encuesta.
Funcionó como un anticipo de la elección general. La gente no definió absolutamente nada. Todo vino armado y servido desde la mesa chica del espacio. Justamente lo que las primarias se proponían evitar: el sentido original era romper los acuerdos de cúpula y democratizar la selección de candidatos.
¿Entonces qué defienden cuando se oponen a la eliminación de las PASO? Bueno, una cosa es evadir las primarias circunstancialmente según el contexto y otra diferente es prescindir de esa herramienta a perpetuidad.
Este martes en Banda Ancha el diputado por Actuar, Gustavo Usín, recordó que la carrera política del mismísimo Orrego surgió por el beneficio de las PASO. No tuvo que competir contra nadie para ser candidato a intendente de Santa Lucía en 2011, porque su postulación venía enlatada. Pero esa primera posta electoral el 14 de agosto de aquel año permitió acomodar las cosas para que diera el batacazo en las generales de octubre.
En frente Orrego tenía al entonces intendente, Aníbal Fuentes, y al exintendente Luis Martinazzo. El primero iba en la boleta con José Luis Gioja para la gobernación. El segundo, con Colombo, que encabezaba la boleta de la UCR. Sin embargo, entre Fuentes y Martinazzo hubo una virtual interna de peronistas que terminó fagocitándolos mutuamente.
A Martinazzo lo acusaron de repartir sus votos cortados para combinarlos con Gioja. Él lo negó pero las especulaciones terminaron de eclosionar una vez realizadas las PASO. Orrego se filtró en medio de esa pelea y ganó los comicios. Llegó al municipio y desde ahí construyó su trayectoria. Logró una contundente reelección en 2015 y disputó la gobernación en 2019, convertido en heredero del proyecto provincial de Roberto Basualdo.
En el medio de esta historia, en 2013, el basualdismo logró asustar al giojismo en las elecciones legislativas de mitad de mandato cuando ofreció ¡cinco listas! en las primarias y entre todas superaron los votos obtenidos por Daniel Tomas, el candidato de la unidad del justicialismo. Luego en la general se dio vuelta el tanteador y el Frente para la Victoria recuperó su hegemonía. Pero el susto ocurrió y fue producto de las PASO.
Este año Juntos por el Cambio y el Frente de Todos se miraron sobre el hombro todo el tiempo. Si uno ofrecía más de una lista, el otro iba a imitarlo, porque ambos saben que el donde hay competencia hay mayor atractivo para la ciudadanía. Pierde el que ofrece un paquete cerrado. No hay nada que elegir, si la lista ya se conformó en la cúpula. Hubo un pacto tácito y el saldo fue unidad por todos lados.
En conclusión, dentro del cuarto oscuro solo hubo una primaria efectiva, entre dos alternativas de izquierda. El resto de los espacios, incluso Consenso Ischigualasto, participaron por obligación. La gente no tenía nada por definir.
Sin embargo, aún en ese uso devaluado de las PASO, la cita electoral tuvo impacto político. Fue un remezón. Los guarismos revelaron lo que ninguna encuesta había anticipado. Se incubaba una paridad como no había sucedido en los últimos 20 años. La novedad permitió al oficialismo levantar la guardia para ampliar el margen y a la oposición entusiasmarse con la oportunidad palpable.
Entonces, las PASO, que impactan social y económicamente, que alteran la tranquilidad dominical, también tienen un impacto político innegable.
Más allá de que la oposición tenga el pecado para confesar, porque viene de rechazar las PASO precisamente este año, por miedo a la confrontación interna y a desafiar el liderazgo de Orrego, cuidará todo lo que pueda el sostenimiento del sistema.
Usín adelantó algunas líneas argumentales en este sentido. Primero, dijo que la eliminación de las PASO no estaba en los asuntos del Acuerdo San Juan. Por lo tanto, no se discutió con el pleno de los partidos políticos. Dijo también que cambiar las reglas implica sembrar inseguridad jurídica. Y aprovechó para insistir con un viejo reclamo opositor, para ir hacia la boleta única.
Como ya se planteó en esta columna un día antes, Uñac tiene números propios para avanzar en la Cámara de Diputados. Por el momento, fue tan solo una idea lanzada en una entrevista periodística a pocas horas de las elecciones del 14 de noviembre. Si la política es el arte de lo posible, bueno, todo puede ser. Incluso un acuerdo donde hoy parece imposible.
JAQUE MATE