Entre albertistas y cristinistas, Uñac es uñaquista
El gobernador salió a marcar posición en medio de la ruptura indisimulable en Buenos Aires. También se hizo cargo de las tensiones del peronismo local en tiempo de descuento para las definiciones.
¿Le queda cuerda al Frente de Todos después del quiebre por el acuerdo con el FMI? Si así fuera, con seguridad vienen tiempos diferentes. Un necesario reacomodamiento de piezas. Porque lo que se rompió se puede pegar, pero nunca quedará como nuevo. En este cono de incertidumbre y de urgencias, el gobernador Sergio Uñac marcó posición. No tiene que elegir entre Alberto y Cristina, porque su relación siempre fue con el presidente. Tampoco quiere tallar en esa disputa que le resulta ajena.
Las tensiones supuestas, inferidas, sospechadas, se materializaron durante el tratamiento del acuerdo con el Fondo en el Congreso Nacional. Primero fue el voto en contra de Máximo y sus adherentes. Luego fue la gestualidad explícita de Cristina en el Senado, levantándose a la hora de la votación. No tuvo oportunidad de emular a su vicepresidente, Julio Cobos, cuando le mandó aquel 'voto no positivo' que quedó para la historia.
No. Ella nunca estuvo en posición de votar el acuerdo. Igualmente se ocupó de marcar posición. Lo hizo a través de Máximo y luego con los senadores y senadoras fieles al Instituto Patria, que se opusieron a mano alzada dentro del recinto.
Pero aún si esto no fuera suficiente para anoticiarse de las diferencias, la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, terminó de despejar las dudas. La semana pasada ventiló a propósito que Cristina no le contestó jamás al presidente el mensaje que él le mandó para solidarizarse por el ataque a pedradas que sufrió la vice en su despacho, el día de la sesión de diputados.
Sobran las aclaraciones. Está todo mal. La mejor aspiración que queda entre los más optimistas es que logren encapsular el episodio y seguir adelante con el resto de los objetivos comunes, porque enfrente está el macrismo y el 2023 se avecina. En este punto, Uñac decidió marcar posición. Lo hizo en una rueda de prensa de esas que se pueden acortar o estirar según la vocación del momento. Tenía ganas de hablar, evidentemente. Y vaya si lo hizo.
Faltaban apenas un par de horas para que recibiera en su despacho a dos de las más prominentes funcionarias del cristinismo, la senadora mendocina Anabel Fernández Sagasti y la directora ejecutiva de ANSES, Fernanda Raverta. Con la mendocina tienen una cordial relación política desde hace tiempo. Con la titular de la oficina de jubilaciones había una buenísima razón para encontrarse, porque iban a poner en funcionamiento los retiros anticipados para trabajadores y trabajadoras vitivinícolas.
Uñac enfrentó los micrófonos sanjuaninos consciente de que sus palabras volarían sin escala hasta Buenos Aires. Opinó sobre las tensiones entre Alberto y Cristina, sin hacerse el distraído. Y se atrevió a hacer un llamado a la cordura.
'Esperemos que puedan llevar la relación de la manera más razonable posible, teniendo en cuenta que de ellos depende el presente mediato e inmediato del país', dijo el gobernador.
'Ser demasiado fundamentalistas no ayuda para nada. La sociedad necesita hechos concretos. Y en eso tenemos todos algo de responsbilidad. Fundamentalmente quienes estamos con máxima responsabilidad', agregó Uñac.
Entre el principismo y el pragmatismo, está claro que el gobernador se anota en el segundo. Los resultados. De otro modo, su convivencia con la gestión de Mauricio Macri habría sido todavía más difícil de lo que fue.
Su pragmatismo no cambió el 10 de diciembre de 2019, pese al traspaso de mando en la Casa Rosada. En la rueda de prensa también pidió que el 'peso específico de los gobernadores' sirva para acompañar, para ayudar, pero 'no para terminar dividiendo'. ¿Qué significa esto? Que no le seduce en absoluto tener que jugar para el equipo de uno contra otro. O de uno contra otra.
En verdad, Uñac no tiene que elegir absolutamente nada, porque su relación siempre estuvo trazada directamente con Alberto. No con Cristina. Este lunes lo afirmó enfáticamente. Si Uñac es el presidente del PJ sanjuanino y gobernador de la provincia, su referencia política e institucional es Alberto Fernández, presidente del PJ nacional y jefe de Estado. A partir de ahí está todo dicho.
Eso no implica involucrarse en una disputa encarnizada en contra de Cristina. La cálida recepción para Fernández Sagasti y Raverta es prueba de ello. Los puentes están tendidos. Si algo necesita el Frente de Todos en esta coyuntura crítica es tener mano de seda para acercar posiciones.
Algo similar ocurre en San Juan, a una escala distinta, por supuesto. No hay fisuras entre el gobernador y el vice. Todo lo contrario. Entre Uñac y Gattoni hay una solidez pétrea. Funcionan como unidad. En lo partidario, sin embargo, hay tensiones que de vez en cuando se hacen más visibles o más disimuladas.
Este lunes Uñac también se hizo cargo de las rispideces internas y prometió trabajar para resolver las desavenencias. 'Todos los sectores son bienvenidos', dijo el gobernador aludiendo al diputado nacional José Luis Gioja sin mencionarlo. No era necesario, cuando las cosas son tan explícitas. 'Nos vamos a dar una charla en el tiempo subsiguiente', anticipó Uñac sin ponerle fecha, pateando para adelante ese diálogo pendiente, dejando la puerta abierta para evitar una confrontación como la que hoy amenaza al Frente de Todos en Buenos Aires.
Todavía queda tiempo para tomar las definiciones finales. Un año para votar en San Juan. Un año y fracción para concluir mandatos. Lo nacional por ahora puede esperar. Porque entre albertistas y cristinistas, Uñac es uñaquista. Y parece sensato, hasta que aclare el panorama.
JAQUE MATE