'Aquí está el 80 por ciento de los votos', dicen que dijo Sergio Uñac el miércoles 6 de julio en las reuniones que motorizó él mismo con 16 de los 19 intendentes y dos primerísimas figuras del gabinete nacional: el ministro de Obras, Gabriel Katopodis, y el de Desarrollo Productivo, Daniel Scioli. En la frase quedó implícito el carácter preelectoral de los encuentros. Es tiempo de construcción política.

Los tres intendentes que quedaron afuera del convite, Fabián Martín de Rivadavia, Juan José Orrego de Santa Lucía y Gustavo Núñez de 9 de Julio, no hubieran tenido espacio en una jornada atravesada por lo partidario. Así, de cara al sol, fue una jugada política, sin la menor intención de disfrazarla de otra cosa.

Incluso para los intendentes del Frente de Todos, acceder a las mieles de Nación no depende estrictamente de que Uñac les coordine un encuentro presencial. Una llamada telefónica hubiera alcanzado como gestión de buenos oficios para destrabar algún expediente demorado en Buenos Aires.

Es más, estuvieron los intendentes veteranos que transitan su segundo periodo -o tercero o cuarto también- que tienen absolutamente dominadas las rutas de acceso a las oficinas nacionales. Pero la lectura debe ir bastante más allá. El mesón que armó Uñac trascendió lo burocrático. Fue fundamentalmente ofrecer un espacio de diálogo entre peronistas y aliados para decodificar el presente tumultuoso y el futuro incierto.

Como ya se editorializó en esta misma columna el jueves pasado, 'el ejército de intendentes de Uñac' se convirtió en un signo del poder territorial que el gobernador pretende exhibir en Buenos Aires. Vale mucho cuando las divisiones internas son el peor enemigo que deba enfrentar la coalición de gobierno. Que el sanjuanino muestre una escuadra perfecta significa elevar su propia cotización en la tabla nacional.

Un testigo presencial de esos encuentros reveló la frase del gobernador frente a los emisarios de Alberto Fernández, Scioli y Katopodis. 'Aquí está el 80 por ciento de los votos' solamente se puede interpretar como una dote. Un sello territorial.

La reunión con Scioli fue en la Casa de San Juan en Buenos Aires, otrora la residencia porteña de Domingo Faustino Sarmiento. Allí Uñac jugó de local y el flamante ministro de Desarrollo Productivo se habrá llevado una buena impresión respecto de lo que esta provincia ofrece en términos políticos para un gobierno nacional que está urgido de apoyo.

Vale reiterar que Scioli ha tenido un marcado ascenso en el esquema de mandos. Le tocó suceder nada menos que a un albertista de primera línea como fue Matías Kulfas, expulsado del cargo por su confrontación abierta con Cristina. Scioli tiene varios pergaminos propios, pero el más notable es su temperamento apacible que le permitió congeniar con todos, todas y todes, desde Carlos Menem hasta los Kirchner, pasando por Eduardo Duhalde. No es poco.

Tras la reunión con Scioli, Uñac se quedó conversando a solas con los intendentes en esa casona sarmientina a un par de cuadras del Obelisco. La política fue el tema excluyente. Los jefes comunales lo indagaron acerca de las PASO, todavía empantanadas en la Justicia. No hubo definiciones. Solamente la expectativa oficial de ganar la pulseada en Tribunales y jugar con algún esquema de votación unificada. Pueden ser internas partidarias o colectoras. Mientras tanto, los caciques departamentales no tienen más opción que seguir deshojando la margarita.

El encuentro con Katopodis fue en el Ministerio de Obras Públicas de Nación. También se habló de política. El funcionario albertista les pidió 'salir a mover'. Es decir, que la gente vea la enorme inversión que se está haciendo con recursos federales en todo el país. Están garantizados los fondos, pero solo se harán palpables a través de la gestión provincial y municipal. Desde Buenos Aires no podrían venir a pegar ladrillos en San Juan. Esa visibilidad depende y dependerá estrictamente de cada administración local.

Por eso Katopodis, que viene del municipalismo y de la construcción política de base, les encomendó a sus colegas sanjuaninos que pongan lo que hay que poner. Les garantizó acompañamiento en los proyectos que presenten, a cambio de que optimicen el ritmo y fundamentalmente que hagan notar en sus electorados la mano del Estado Nacional en cada inversión. Caso contrario, los laureles quedarían para los intendentes solamente. Hoy más que nunca el gobierno nacional requiere respaldo desde todos los flancos.

El mensaje del  ministro nacional fue inequívoco. Se entendió sin dificultad, porque desde el arranque el encuentro estuvo planteado como lo que fue: una charla de peronistas y aliados en un punto de inflexión. Unos días antes se había retirado del Ministerio de Economía Martín Guzmán provocando un terremoto en los mercados pero al mismo tiempo facilitando el reencuentro entre Alberto y Cristina. En ese trance Uñac jugó rápidamente.

El gobernador puso a disposición del albertismo toda su fortaleza política territorial. Pero al mismo tiempo plantó bandera, en un escenario signado por las debilidades. Eso significó aquella frase dicha para pocos: 'aquí está el 80 por ciento de los votos'.

Para los intendentes fue la renovación de un pacto de pertenencia, en la antesala de una fuerte disputa interna. La bandera de largada será el momento mismo en que Uñac anuncie que va por la re-reelección. Aunque de esto no se habló en ningún momento, porque resulta prematuro, las palabras sobran cuando hay buenos entendedores. Y entre peronistas se entienden. Siempre.


JAQUE MATE