Sobró en los títulos periodísticos la aclaración: 'Procesaron a Eduardo Cáceres pero seguirá en libertad'. No hay chance de que el diputado nacional, denunciado por violencia de género, vaya preso ni siquiera el día que haya sentencia firme. Y para eso falta una eternidad todavía. Es un delito excarcelable el que le imputa el juez Correccional Federico Rodríguez, con la anuencia del fiscal Juan Manuel Gálvez. Hasta el embargo que le trabaron fue simbólico. Pero el encumbrado dirigente macrista tiene otros problemas más graves que el frente judicial, aunque parezca increíble.

Cáceres fue procesado por lesiones leves agravadas por el vínculo, tras la fuerte acusación de Gimena Martinazzo, su ex pareja y otra de las referentes de primera línea del PRO en San Juan. En tiempo récord, menos de un mes, el titular del Cuarto Juzgado Correccional reunió la prueba, escuchó a las partes y resolvió. Puertas adentro de Tribunales, aseguran que esa velocidad es autoimpuesta toda vez que ingresa un caso de violencia de género con lesiones acreditadas. Ojalá así sea.

Apenas enterado de su revés judicial, Cáceres hizo un descargo en redes sociales. 'Lamento que el juez no haya tenido el valor de ir a fondo con la verdad', escribió el legislador macrista. Huelgan las aclaraciones, pero le hizo una imputación de cobardía al magistrado. Dijo que Rodríguez no consideró pruebas ofrecidas por la defensa, que buscaban desacreditar el testimonio de Martinazzo.

Desde el miércoles 25 de noviembre, cuando la ex funcionaria del Ministerio de Desarrollo Social de Nación hizo la denuncia en la Comisaría de la Mujer y la dio a conocer en su Facebook, el caso adquirió una doble dimensión. La judicial parece encaminada en los carriles previstos. La otra es la opinión pública. Posiblemente esta sea la que más le preocupe a Cáceres por estas horas.

Es un experimentado abogado penalista. Sabe que el procesamiento en primera instancia es apenas un primer round. Que tiene chances de apelar y apelar, posponiendo el juicio oral mucho más allá del 10 de diciembre de 2021, cuando finalizará su mandato como diputado nacional. Pero aquí no está en discusión solamente un hecho de violencia de género -que es de extrema gravedad- sino también la continuidad de una carrera política dañada de manera irreversible.

Los tiempos políticos de Cáceres no van a coincidir con los de la Justicia. Sin fueros porque él mismo renunció a ese escudo parlamentario y de licencia sin goce de dieta por 60 días, a comienzos del año próximo podrá reintegrarse al Congreso. Por supuesto que tendrá que poner la cara ante los reproches, pero no será la primera vez que un legislador se siente en su banca con una causa pendiente en la Justicia. No. El desafío es a futuro.

Cáceres está habilitado constitucionalmente para ir por otro mandato de diputado nacional y tenía aspiraciones para repetir. La energía con que encaró su defensa no solo en tribunales sino también en redes sociales, desnuda su intención de preservar su imagen pública, si eso fuera posible ante un hecho de semejante magnitud.

Esa es la batalla que más le preocupa a Cáceres, posiblemente. Conoce el Código Penal a la perfección y la peor sentencia que le pueda dictar el más severo de los jueces, nunca amenazará su libertad o su patrimonio de manera sensible. Lo verdaderamente inmanejable es lo que suceda hacia afuera. Su proyección como candidato de consenso, con la preferencia de Marcelo Orrego para 2021, se desmoronó. Al menos por ahora.

Claro que falta bastante para la definición de candidaturas, pero cuando llegue ese momento, habrá quienes se ocupen de refrescar la memoria acerca del procesamiento del diputado. Ocurrirá puertas adentro del Frente Con Vos, donde Rodolfo Colombo estaba resuelto a confrontar con Cáceres en una interna, mucho antes del escándalo.

Resultará clave también el nivel de respaldo que le brinde el PRO. Hasta ahora, la fuerza que conduce Patricia Bullrich, se ha apegado a las formalidades. El presidente del partido en San Juan, Enzo Cornejo, es amigo de Cáceres. Ha cuidado meticulosamente sus palabras para no adelantar condenas pero tampoco mostrarse indolente frente al sufrimiento público de Martinazzo. En ese equilibrismo se encuentra el espacio, principal fuerza de oposición a nivel nacional.

Este es otro aspecto crucial. Las elecciones del año próximo serán, para los sanjuaninos, únicamente de diputados para el Congreso. No se discutirá nada local, más allá de la estrategia que despliegue el oficialismo, que seguramente intentará provincializar el comicio. ¿La oposición podrá dejar al PRO al margen de la discusión luego del procesamiento de Cáceres? ¿Buscarán un reemplazante de urgencia? ¿O validarán al abogado penalista con la bandera de la presunción de inocencia aunque pagando el costo de la condena social?

La oposición que en San Juan lidera Orrego está inscripta en el Frente Juntos por el Cambio. Cualquier otro candidato que lleven en 2021 que no sea Cáceres le estará restando una banca al PRO en la Cámara Baja. Si el elegido fuera Colombo, con seguridad tendrá bloque propio. Ni qué decir si el sucesor saliera de las filas de Producción y Trabajo. Entonces, el santaluceño tendrá que estudiar muy finamente el escenario, para no dar pasos en falso y compatibilizar su afinidad con el partido amarillo. Tendrá que valorar, por ejemplo, si apostar nuevamente por Cáceres sería correr con desventaja. Las encuestas tendrán la última palabra.

Para Gimena Martinazzo este miércoles fue un día de reivindicación. Pase lo que pase hacia adelante, hubo un juez y hubo un fiscal que le creyeron y actuaron en consecuencia. Queda pendiente el capítulo político.


JAQUE MATE