La parábola del pescador peronista
Cada vez que se toma la caña y se arroja el sedal al agua, nadie puede saber de antemano si tendrá suerte o no. Es un acto de fe. Así están las cosas hoy dentro del PJ.
Cada vez que se pone espeso el clima en las reuniones partidarias del peronismo, cuando brotan las preguntas y se eleva el tono, cuando empieza a ganar la desesperación por la incertidumbre, los dirigentes del uñaquismo intentan bajar la espuma. En el caso de Marita Benavente, ella recurre a una figura metafórica, rescatada de su historia familiar, de su infancia. Les sugiere a los compañeros salir a pescar. Porque la pesca es, esencialmente, un acto de fe.
Cada vez que se toma la caña y se arroja el sedal al agua, el pescador no puede saber de antemano si tendrá suerte o no. No puede ver si hay o no peces por debajo de la superficie. Confía o tiene que confiar. Y aguardar pacientemente. A veces la buena fortuna lo acompañará. A veces no.
La metáfora con aires de Hemingway sirve por estas horas para llamar a la calma a una militancia alterada. Hay razones sobradas para temer lo peor. En la escala política, lo peor sería perder las elecciones el año que viene, luego de 20 años ininterrumpidos en el poder.
La incertidumbre está alimentada por las fuertes diferencias internas que parecen no encontrar el cauce del entendimiento. El uñaquismo conduce la estructura mayoritaria e indiscutidamente se encuentra en la cúspide de la pirámide. Pero más que nunca necesita suavizar asperezas con el giojismo para unir fuerzas frente a un escenario complicado.
Como gobierno, el peronismo sanjuanino no está a salvo de los avatares nacionales. El impacto de la inflación detonó la protesta de los docentes autoconvocados que tuvo en vilo a la provincia durante dos semanas, hasta que finalmente se alcanzó un acuerdo de alto costo y corto plazo. A eso se suma la sospecha de que pudo haber algún aliento desestabilizante de parte de facciones partidarias disidentes. Es un tema tabú, del que nadie habló hasta ahora en voz alta. Pero apenas se apagan los micrófonos, la sospecha se deja correr.
Pero este no fue un capítulo aislado. Hay un hilo histórico que también incluye el ajustado resultado electoral de las legislativas de 2021. La unidad del peronismo se presenta ya no con carácter optativo sino como herramienta de supervivencia, no solo para el uñaquismo sino para el giojismo y todo otro ismo que pretenda coexistir dentro de la coalición de gobierno.
Lo provincial tiene particularidades propias que lo distinguen de lo nacional. Benavente lo reconoció el pasado viernes en Banda Ancha. Mientras el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner están librando un debate político a cielo abierto, a la vista de todos y todas, en San Juan el gobierno está cohesionado. La interna peronista aquí no interfiere en la gestión. Y eso es un activo importante para cuidar y para destacar.
Uñac dispone de su gabinete con plena autoridad. Sería inimaginable que tuviera que entregar algún ministro como le sucedió hace una semana a Alberto con Matías Kulfas. Aún el giojismo más enemistado con el gobernador reconoce que él tiene la lapicera -usando una expresión de moda- y la llave del partido.
Por eso desde el giojismo dicen que depende de Uñac hacer la convocatoria. Hay diálogo, aunque no trascienda hacia afuera. El problema, a esta altura, es que cada conversación termina mal. No aparecen los puntos de consenso.
Mientras tanto, un puñado de dirigentes de confianza del gobernador sigue recorriendo la provincia, afianzando el contacto con la militancia de base. Fue una instrucción del mismo Uñac, de manera preparatoria para el 2023 que se aproxima vertiginosamente.
Su hermano, el senador Rubén Uñac; el ministro de Desarrollo, Humano Fabián Aballay; el de Gobierno, Alberto Hensel; y Benavente, están llegando a cada departamento. Escuchando y bajando línea. En esa dinámica se encontraron con una efervescencia que bordea la angustia. 'Piden debate político', reconoció la secretaria de Ciencia.
Los compañeros se ponen intensos. Preguntan qué va a pasar, cómo van a llegar a 2023, cómo van a resolver algunas cuestiones internas. Las respuestas no están. Benavente rechaza el rol de 'pitonisa'. En cambio, apela a la metáfora del pescador.
'Cuando salimos a pescar, no sabemos lo que va a pasar. Tiramos la caña y a veces pescamos. Es un acto de fe, porque a los pescados no los vemos. Es un acto de fe. Entonces tenemos que salir a pescar. Tenemos que salir a hacer política, discutir con compañeros y compañeras, poner en valor lo que se ha hecho', definió la funcionaria aquí en Canal 13.
La metáfora permite interpretar lo indescifrable del momento. Las líneas están tendidas. Son tiempos de ejercitar la paciencia. Esperar que suceda por debajo del agua lo que no se puede anticipar a simple vista.
¿Qué tiene que suceder para que Uñac y Gioja se pongan de acuerdo? Posiblemente ni ellos tengan la respuesta. O, mejor dicho, cada uno tendrá una respuesta diferente. Irreconciliable una y la otra. Ahí radica el obstáculo. Sobrevuela el asunto de la candidatura del gobernador en 2023.
Él todavía no ha manifestado que quiera ir por otro mandato, pero en su entorno lo lanzaron como iniciativa hace tiempo. Lo consideran como el más competitivo. Advierten que sería un error imperdonable resignar al dirigente mejor posicionado. ¿Por qué darían semejante ventaja a la oposición de Juntos por el Cambio?
Como Uñac todavía no dijo nada al respecto, el giojismo sigue conteniendo su batería de argumentos constitucionales para oponerse a un nuevo mandato. Sostienen que el gobernador está transitando su tercer periodo consecutivo, contándole como primero aquel de 2011 a 2015, cuando fue vice de José Luis Gioja.
Esto es lo no dicho. Esto es lo que sucede debajo del agua, mientras las cañas de pescar están ahí, con los sedales intactos, aparentemente inmóviles. Para Benavente, las diferencias son estratégicas. 'Esto no tiene que ver con la afectividad ni con los caprichos, sino con las formas de hacer', analizó en Banda Ancha.
Dijo también que ir a una PASO no es ruptura. Si en lo nacional puede ser la respuesta a las tensiones, ¿podría funcionar también en San Juan? Como van las cosas, todavía es posible.
JAQUE MATE