Más allá de alguna reacción corporativa, pocos saldrán a confrontar con el presidente Alberto Fernández cada vez que se enfrente al poderosísimo Paolo Rocca, dueño de Techint, para frenar más de 1.400 despidos. El jefe de Estado cosechará mayoría de aplausos cuando se plante como custodio de las fuentes laborales. O se convierta en vigía de los precios de los alimentos, para evitar especulaciones de ocasión.

Con las reservas que merecen las encuestas, hay cierta unanimidad acerca de que la cuarentena estricta es una medida acertada. Y que está bien que el Gobierno cuide a la población antes que a la renta. No fue aleatorio que el propio Fernández volviera a la carga con esa frase que ya se convirtió en leyenda en redes sociales: "una economía que cae se levanta pero una vida no". Épico.

Sin embargo, a medida que pasan los días, crece una legítima preocupación por la economía de miles de hogares que quedaron de la noche a la mañana sin un mísero ingreso, porque viven al día con el esfuerzo del trabajo. Son específicamente aquellas familias que no tienen ayuda social del Estado, porque pudieron sobrellevar sus gastos con el producto de su actividad. Pero todo eso quedó enterrado y sepultado por la parálisis forzada.

Hubo paliativos. O, mejor dicho, los habrá. Desde los 10000 pesos que entregará ANSES para trabajadores no registrados hasta los módulos alimentarios que dispuso la provincia. Está claro que son ayudas mínimas para una circunstancia de emergencia. La reparación a esas familias será una de las grandes deudas pendientes para el día después de la epidemia.

Y apenas un escalón más arriba, están también los pequeños empresarios que tuvieron que bajar la persiana, mandar a sus cinco o diez empleados a la casa, y observar el calendario correr sin percibir ingresos. La desesperación empezó a sentirse también en ese sector y lo dejó claro ayer en Banda Ancha el presidente de la Cámara de Comercio de San Juan, Hermes Rodríguez.

El dirigente dijo que están acompañando las medidas del presidente Fernández. No podrían rebelarse contra la cuarentena, porque son conscientes de que lo primero es cuidar la salud de la propia familia y en paralelo, también las familias de los empleados y de los proveedores.

Pero ninguno de ellos está en condiciones de soportar el temporal. Rodríguez recordó que en los últimos dos años cerraron unas 40000 pymes en Argentina. Difícilmente alguno de los sobrevivientes a la crisis macrista tenga espaldas para soportar estoico el embate de la cuarentena.

Entonces  Rodríguez se atrevió a esbozar una crítica. Con moderación, hasta con recato. "Es como si el gobierno nacional le hubiera soltado la mano a las pymes", dijo aquí en Canal 13. Hubo anuncios, claro. Pero ninguno se ha concretado de manera efectiva hasta el momento. No son medidas de fondo. Y la liquidación de salarios ya debería hacerse, con una banca privada que ha dado la espalda al pequeño empresario.

Según el presidente de la Cámara de Comercio de San Juan, el viernes pasado hubo "una catarata de cheques devueltos en la provincia", con el perjuicio que eso ocasiona. Si no hay crédito, no hay cadena de pagos posible. Mucho menos en una instancia tan particular como la que atraviesa el país y el mundo.

El presidente confrontando con los grandes grupos empresarios en defensa del pueblo, refuerza la  adhesión de aquella mayoría que lo eligió en octubre del año pasado. Protegiendo la salud por encima incluso del perjuicio en la economía, cruza la grieta hasta cosechar halagos de la oposición y de las celebridades más identificadas con el macrismo, como la mismísima Susana Giménez. 

Pero la economía es mucho más. Están los sectores más vulnerables, favorecidos por esta administración desde el momento inicial, en consideración del castigo que sufrieron frente a la escalada inflacionaria impiadosa y el estancamiento de sus ingresos. Los jubilados de la mínima, los beneficiarios de la Asignación Universal, estuvieron siempre a la cabeza en estos tres meses de gestión.

Y están también los sectores medios de la economía. Esos que esperaban la reactivación del consumo para empezar a despegar y se encontraron con el virus importado, con la amenaza cada vez más visible. Y la certeza de que una vez más, les toca perder.


JAQUE MATE