Lo que se dice y lo que se calla sobre la reforma electoral
El gobernador dejó el asunto en manos de la Legislatura. Hacia adentro reina el hermetismo. ¿Quién gana si todo sigue como está?
La reforma electoral fue una de las banderas de campaña de Marcelo Orrego y en su primer mensaje anual dejó en manos de la Legislatura el debate para salir de la bochornosa Ley de Lemas, renombrada como SIPAD. Hacia adentro reina el hermetismo y crecen las especulaciones. ¿Quién gana si queda todo como está?
Ese razonamiento salió de boca de un dirigente muy cercano al gobernador. Siempre reservado, Orrego no filtró una letra acerca de su preferencia. Simplemente depositó en los diputados la responsabilidad de generar los acuerdos. Para algunos, esto no lo exime de enviar su propio proyecto. Para otros, fue lisa y llanamente dejarle la pelota picando a la oposición.
Como el peronismo tiene mayoría propia, hoy carga con la mayor responsabilidad. Puede presentar su propia iniciativa, agilizar el tratamiento o bloquearlo, eventualmente. En tal caso, llegará el 2027 y los sanjuaninos volverán a nadar en un mar de boletas dentro del cuarto oscuro.
Para un experimentado operador orreguista, la jugada del gobernador consiste en dejar en evidencia a la oposición.
Para un experimentado operador orreguista, la jugada del gobernador consiste en dejar en evidencia a la oposición. El diálogo quedó abierto. Dejó plasmada su voluntad en versión taquigráfica. El resto dependerá exclusivamente de las ganas que pongan el uñaquismo, el giojismo y sus aliados.
Entonces, recapitulando y simplificando, la reforma electoral quedó en manos del peronismo. Si no quieren cambiar el sistema, seguirá como está. Es decir, sin primarias y con lemas. ¿A quién favorece el régimen vigente? Al oficialismo de turno. Al menos así lo interpretó el mismo dirigente que tiene llegada directa a Paula y Libertador.
El razonamiento parte del origen mismo del sistema. El entonces gobernador Sergio Uñac promovió la derogación de las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias en diciembre de 2021 y ese fue el primer paso para el cambio total. Luego, merced a un acuerdo con José Luis Gioja, se reflotó la vieja ley de lemas de los años '90, como una salida elegante para convivir en medio de una interna feroz e irreconciliable.
Lo hicieron para sumarse recíprocamente los votos a pesar de su inocultable rivalidad. Fue una ley hecha a la medida de las necesidades del gobierno de turno. Igualmente el sistema nunca fue milagroso.
La candidatura de Uñac fue revocada por la Corte Suprema y el justicialismo finalmente no logró sumar lo suficiente para ganarle a Orrego. Esto es historia conocida. Hoy la herramienta electoral que supuestamente favorece al mandamás de turno, juega para Marcelo.
¿Por qué? Bueno, porque naturalmente el poder atrae. Quien tiene la lapicera, cuenta con la mayor cantidad de dirigentes y de militantes. Sentarse en el sillón de Sarmiento implica contar con una amplia gama de candidatos para desplegar en sublemas. A la oposición este esquema le puede costar un poco más. Sobre todo, si sigue de capa caída.
Orrego ya sentó posición al respecto. Dijo que la ley de lemas es 'tramposa', en reiteradas ocasiones. Incluso se mostró a favor de revertir la enmienda constitucional del año 2011 para volver a los dos mandatos consecutivos como límite para el gobernador y el vice.
Si no hay ley de lemas, ¿vuelven las PASO? No necesariamente. Incluso a nivel nacional podrían ponerle fin a esta modalidad diseñada por el kirchnerismo y muy criticada por el gasto que supone y la intromisión de ciudadanos comunes en la vida interna de los partidos políticos.
En este sentido, el ex candidato a gobernador Marcelo Arancibia pidió el regreso de las internas clásicas, donde voten solo afiliados. Lo dijo expresamente el pasado viernes 5 de abril en Banda Ancha.
Sería una manera de resucitar a los partidos políticos, tan devaluados. Este argumento se escucha cada vez con mayor frecuencia en distintos sectores. Incluso dentro del peronismo.
Arancibia también pidió la implementación de la boleta papel única, para terminar con las mañas de la boleta sábana tradicional. El orreguismo hace tiempo viene planteando esta migración de sistema. De hecho, la actual intendenta de Capital, Susana Laciar, presentó un proyecto en este sentido cuando fue legisladora basualdista. La iniciativa fue cajoneada.
La boleta única permitiría licuar el peso del aparato en la elección.
La boleta única permitiría licuar el peso del aparato en la elección. Si solo hay una boleta dentro del cuarto oscuro, ya no tiene sentido montar un ejército de fiscales como viene sucediendo. Este despliegue requiere mucho dinero. Pocos están dispuestos a dedicarle el domingo entero a una actividad no rentada.
La boleta única no está exenta de críticas tampoco. Los más reacios le achacan la omisión de nombres en las nóminas de diputados proporcionales, por ejemplo. Como todos los candidatos de todos los partidos tienen que quedar impresos en el mismo papel, solo se coloca la figura que encabeza la lista. El resto queda oculto. Ningún soporte es perfecto. Tampoco el voto electrónico, que hoy no pasa por la cabeza de nadie.
Finalmente, Arancibia pidió transparentar el financiamiento de las campañas políticas, es decir, que el Estado blanquee las partidas destinadas a cada partido o frente electoral. Esto permitiría democratizar las oportunidades. Es el sentido opuesto al que apunta Javier Milei: el financiamiento privado y solamente privado.
Este es el año para entrar en esta discusión, siempre incómoda, siempre difícil. En 2025 la política entera estará embarrada en la elección nacional de mitad de mandato. En 2026 empezarán los acomodamientos para 2027. Ya sonó el pitazo inicial. Orrego movió. El partido recién empieza. Eso sí: aquí no habrá empate posible.
JAQUE MATE