Todavía está resentido el peronismo después de la trompada electoral que recibió el año pasado. Le pasa tanto a nivel nacional como a nivel provincial. El primer paso para recomponerse fue ordenarse orgánicamente, definir nuevas autoridades. Todo lo demás está pendiente. No se trata solo de fingir unidad. En el fondo, la peor discrepancia está entre los tibios y los calientes.

Entiéndase esta clasificación solo como una forma periodística para separar a unos y otros. De un lado se encuentran los que quieren dosificar las críticas a Javier Milei, porque hoy le va bien en las encuestas. Por lo tanto, atacarlo tan descarnadamente como lo está haciendo Cristina Fernández de Kirchner podría ser contraproducente en las urnas.

Del otro lado se encuentran los que quieren jugar a fondo. Son los que interpretan el tiempo de polarización que transita la Argentina, sin margen para las medias tintas. Para ellos, la única salida es el combate a matar o morir. Obviamente, siempre en términos políticos. Evítese la literalidad, por favor.

Primero, una infidencia para entender el asunto.

Días atrás un importante dirigente del uñaquismo ofreció una reflexión muy significativa, en privado, por Whatsapp. 'Con la  base de que este tipo (o sea Milei) ha logrado bajar la inflación y estabilizar algunas cosas, nosotros debemos hablar pero no criticar todo', dijo el referente y exfuncionario.

Esa mirada bien sanjuanina está alineada con el pensamiento de un importante sector del peronismo a nivel nacional. La CGT acaba de ratificar la tregua con Milei. El líder de UPCN, Andrés Rodríguez, dijo esta semana que 'no hay clima para que un paro pueda desarrollarse con éxito'.

¿Por qué? Porque Milei tiene un acompañamiento popular del orden del 50 por ciento en todo el país y porque todo el resto del arco político está muy por debajo de su imagen. El descrédito de la CGT es archiconocido.

Cristina está repuntando en provincia de Buenos Aires, donde puede superar el 40 por ciento de adhesión según la consultora que haga el sondeo. Pero en San Juan hay muchas dudas todavía.

Desde el exterior donde está cursando un posgrado, la ex diputada nacional y ex secretaria de Investigación del Ministerio de Defensa, Daniela Castro, habló esta semana en Banda Ancha. Y pidió dejarse de tibiezas.

'A un año del balotaje vemos que no han habido medidas que mejoren la vida de los argentinos', dijo la ex dirigente giojista, hoy alejada del espacio que la vio crecer. 'Frente a las medidas de Milei no se puede andar con tibiezas', disparó la referente caucetera, muy vinculada al espacio de Axel Kicillof directamente en Buenos Aires.

Aunque el presidente del PJ es Juan Carlos Quiroga Moyano, todavía le pesa el liderazgo bicéfalo de Sergio Uñac y José Luis Gioja. La influencia de ambos no necesita de ningún cargo partidario. El veinticinqueño llegó a la conducción precisamente por su militancia y su carácter templado. Pero luego le está costando mucho emerger como autoridad.

En la división de tibios y calientes, está claramente entre los primeros. Sin ofender. No defraudó. Su moderación fue una de las piezas claves para que pudiese prosperar el acuerdo entre Uñac y Gioja. No se enfrentó jamás con el gobierno de Marcelo Orrego, ni con Milei. No al menos con la vehemencia que sí lo hicieron otros. Sin ir más lejos, como lo hizo el diputado Mario Herrero esta semana en Canal 13. O la semana pasada la diputada Marisa López, también.

Entre Uñac y Gioja hay una especie de hamaca. Van y vienen. Uñac se alineó fuertemente con La Cámpora en el Senado, en cada votación. Pero al mismo tiempo dosificó sus apariciones públicas y sus declaraciones. Pocas veces dejó alguna manifestación contra Milei.

Por el contrario, Gioja ha marcado con mucha vehemencia su oposición. Regó de declaraciones los medios de comunicación y las redes sociales durante este primer año libertario. Apoyó a Cristina en el mismo instante que Wado De Pedro la postuló para conducir el PJ. 

Coincidió con Uñac, sí. Pero fuera de compás. Cada uno en un ritmo diferente. Es tan evidente como la división misma del peronismo, que ya no tiene que ver con figuras y personalismos, sino con la posición adoptada frente al León.


JAQUE MATE

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