Una mochila que se llama Rivadavia
Francisco Guevara segura que no tiene la candidatura a intendente en la cabeza, pero parece estar trabajando para ello. En el fondo, un pedido a los compañeros: no destruirse mutuamente.
Es una cuestión de fe. Puede creerse o no. Pero el secretario de Estado de Ambiente, Francisco Guevara, sigue insistiendo. Asegura que no está pensando en su candidatura a intendente de Rivadavia. Volvió a decirlo así este miércoles en Banda Ancha, textualmente: que no tiene la cabeza centrada en eso. Las apariencias indican lo contrario, porque hace tiempo desplegó una agresiva militancia territorial.
En el fondo, Guevara bajó línea. Si él dice no estar pensando en candidaturas, pide que el resto de los aspirantes desensillen también. Que no conviertan la interna peronista en una carnicería. Que aporten a la victoria del PJ en 2023, aunque no les toque integrar la lista. Que los lugares en las boletas siempre son pocos, pero las oportunidades se multiplicarían si pudieran recuperar el municipio que perdieron en 2011.
Efectivamente el peronismo gobernó Rivadavia por última vez entre 2007 y 2011, cuando Elías Álvarez intentó la reelección y perdió en primarias frente a Ana María López de Herrera. La histórica sindicalista docente ganó el municipio con el sello de oficialismo, pero el PJ fue desplazado. Luego en 2015 se impuso Fabián Martín y convirtió al departamento en el segundo bastión de Producción y Trabajo, detrás de Santa Lucía.
El peronismo en Rivadavia sintió el remezón. Ruperto Godoy quedó al frente de la Junta Departamental en reemplazo de Moisés Lara, con el objetivo de ordenar la casa. Pero no todos volvieron.
Guevara no es habitué de la Junta Departamental del PJ y, en el fondo, no le perdonan ese pecado original. Siempre se movió al margen. Primero lo hizo con el respaldo de la Junventud Peronista. Después, con el ascenso meteórico que significó ocupar una banca del Congreso Nacional antes de cumplir los 30 años. Y finalmente, como miembro del gabinete de Sergio Uñac.
Cada paso en la trayectoria de Guevara sucedió aceleradamente. Es cierto que apostó por Uñac en la campaña de 2015, cuando era un jovencito que rondaba los 20 años de edad. Siempre supo estar donde debía estar. Incluso cuando le tocó ocupar un nada expectante lugar de la lista de diputados nacionales de 2017.
Esa candidatura suplente le alcanzó para despegarse del resto y ganar notoriedad en el Parlamento. Su voto verde, a favor del aborto legal, lo puso en minoría en la provincia pero al mismo tiempo lo distinguió de los otros legisladores sanjuaninos. Lo acercó a las cúpulas nacionales del Frente de Todos. Construyó vínculos al más alto nivel.
Uñac dispuso oxigenar parcialmente sus funcionarios a fines del año pasado. Entre los eyectados estuvo el eterno Raúl Tello, quien venía al frente de la cartera de Ambiente desde el año 2003, cuando no tenía rango ministerial. ¿Qué sabía Guevara de políticas ambientales para asumir en ese cargo? Seguramente muy poco. La apuesta tuvo otros condimentos evidentemente. Su juventud y su perfil habrán volcado la balanza a su favor.
Guevara es a todas luces uno de los eventuales precandidatos a intendente de Rivadavia, aunque diga lo contrario, aunque intente camuflar sus aspiraciones. El lanzamiento de su espacio político 'Confiar', por afuera de la Junta Departamental del PJ, movió el avispero. Asistió el senador Rubén Uñac, dándole un lugar importante en la consideración de Casa de Gobierno. Por supuesto, sin coronarlo, sin adelantar definiciones. Pero funcionó como una bandera de largada para dejarlo caminar y evaluar más adelante.
El secretario de Estado de Ambiente no está corriendo solo. Hay una amplia gama de precandidatos que dicen no serlo pero lo son. Está la flamante sociedad política entre Marcelo Delgado y Raúl Alonso, dos exrivales que hoy confluyeron en torno de un mismo espacio. Está también el concejal Leonardo Lorenzo. Está también la dirigente peronista Mabel Chicón. Aparte está construyendo el giojista Facundo Perrone. Y como si esto fuera poco, asoma el bloquismo con Luis Rueda y su alfil rivadaviense, Walter Vazquez.
El que haya quedado fuera de esta nómina, entienda que no está cerrada ni tiene pretensiones de exhaustividad. De hecho, aquí todo puede pasar. Sin embargo, el segundo semestre arranca este viernes, todo aquel que no haya empezado a correr deberá saberse en desventaja, porque hay muchos otros que ya ganaron la calle.
Rivadavia es un hervidero. Martín tendrá que pasar una prueba de fuego, como antes sucedió en Santa Lucía. La misma consistirá en coronar a un heredero cuando ya no tenga la posibilidad de ir por otra reelección. Es lo que sucederá en 2023. Sin embargo, en el departamento del Este, Marcelo Orrego tuvo la opción de elegir a su hermano, Juan José. Mismo apellido, mismo equipo. La transferencia de votos fue relativamente lineal. ¿Podría suceder lo mismo en el departamento del Oeste?
Martín tendrá que optar por alguno de los dirigentes que esperan su turno en el banco de suplentes: está el diputado departamental Sergio Miodowsky con alguna ventaja, pero también la diputada Nancy Picón, el presidente del Concejo Deliberante Juan De la Cruz Córdoba, y el secretario de Obras Ariel Villavicencio. De todos, este último es posiblemente el menos conocido, pero goza de un excelente concepto de parte del intendente.
Para el peronismo, el hecho de que Martín ya no pueda repetir mandato abre una ventana de posibilidades. En la misma proporción están activándose las reuniones territoriales, los equipos técnicos, la rosca. Cada uno por su lado. Todos, con una misma mochila compartida: defender un padrón electoral muy pesado, que impactará en la próxima gobernación. Ganar Rivadavia será gravitante para construir una victoria provincial. Volver a perder, también.
JAQUE MATE