‘Eluney’ significa ‘regalo del cielo’. Es el nombre de un emprendimiento calingastino que vio la luz gracias a la necesidad de un matrimonio a instalarse en Calingasta para poder hacerse cargo de Alexander de 3 y Luana de 1 año: quienes terminaron siendo sus hijos adoptivos.

En su paso por Banda Ancha, Silvana Romero contó cómo pasó de tener un trabajo como administrativa en Capital para mudarse a este departamento alejado de la provincia, convertirse en emprendedora y así, junto a su marido, ser aptos para la Justicia, para hacerse cargo de los dos pequeños. En la actualidad, los cuatro forman una familia que tienen su sustento gracias a la pyme que se dedica a la fabricación de productos artesanales, hechos con productos de otros emprendimientos (todos calingastinos).

‘Se llama Eluney porque significa 'regalo del cielo', que son mis hijos’, comentó Silvana y pasó a contar que 10 años atrás tuvieron que tomar una decisión con la cual cambiaron sus vidas por completo. De vivir ellos dos en Capital y tener empleos en efectivo, pasaron a forjar de a poco su propio emprendimiento que se nutre puramente de productos calingastinos. Y, dato no menor, sino crucial, a ser padres de una niña de 1 año y un niño de 3.

Fueron años de intentar ser padres por diferentes métodos, con resultados negativos. Hasta que un día, hace 10 años, recibieron un llamado que los hizo replantearse todo. La Justicia les ofreció hacerse cargo de la guarda provisoria de los dos pequeños, pero debía ser en Calingasta, de donde son sus padres. La idea era no desvincular a los niños de su familia.

Silvana es calingastina. La ahora emprendedora pasó su niñez en este departamento, luego en su adolescencia, su familia se mudó  a Capital, donde años más tarde estudió, conoció al que ahora es su compañero de vida y se casaron. La pareja tenía sus empleos fijos, pero ese llamado los obligó a decidirse rápidamente. Fue entonces que decidieron renunciar a sus empleos e instalarse y comenzar de nuevo en Calingasta

Al comienzo se instalaron en la casa de la madre de Silvana, pero después compraron un terreno en el que construyeron y plantaron árboles frutales, que por la calidad de la tierra de la zona se dieron muy bien. Así nació ‘Eluney’, el emprendimiento de esta pareja que se basa en la fabricación de productos artesanales como dulces y conservas.

El emprendimiento fue la opción que eligieron para demostrarle a la Justicia que contaban con un sustento económico con el cual mantener a sus dos nuevos hijos. ‘Comenzamos con unos pocos frascos, yendo a la plaza departamental a venderlos y todo fue creciendo’, contó Silvana.

En paralelo al crecimiento de este emprendimiento, la tarea de ser padres, la empresa más importante que encararon como matrimonio, iba llenándolos de nuevas vivencias, alegrías y responsabilidades.

'Había que demostrarle a la jueza que los chicos no iban a pasar necesidades económicas', expresó la emprendedora calingastina. Luego contó cómo fueron esos primeros 4 años hasta que la Justicia les dio la adopción definitiva de los pequeños. 'De un día para otro fuimos papás y tuvimos que aprender a ser papás', confesó.

'Durante el embarazo uno se prepara psicológicamente para tener a su hijo, y nosotros de un día para el otro nos fuimos de acá porque teníamos una entrevista y al otro día fuimos papás’, contó Silvana sobre esa experiencia de ser padres a la que calificó como ‘una gran alegría’.

El matrimonio tuvo que aprender de comidas, talles y otras responsabilidades que incluye maternar y paternar.  Además del nombre inspirado en el regalo que para ellos significó ser padres, en la etiqueta de cada producto de esta pyme calingastina se puede ver un arbolito, el cual representa la historia de vida, en la cual la madre de Silvana, en los primeros años del emprendimiento tuvo un rol fundamental. ‘Antes de que a mi madre le diagnosticaran con alzheimer, ella nos ayudaba mucho, luego, con su enfermedad avanzando yo no me podía mover de su lado porque ella se sentía insegura, por lo que entre las dos pelábamos las frutas y ella me ayudaba a producir los dulces. Es decir, que, gracias a esos cuidados, esas horas compartidas a raíz de su enfermedad que vio la luz este emprendimiento’, contó.

 La dura pero feliz tarea de ser padres se encaminaba junto con el crecimiento leve de la pequeña empresa familiar. Hasta que se animaron a dar un salto para hacer crecer la pyme. La primera empresa minera que los apoyó y asistió fue el proyecto Los Azules, luego la firma Kater.

A partir del apoyo y asistencia de estas firmas mineras, establecidas en el departamento, el crecimiento fue cada vez más veloz y consistente. Ampliaron la cocina, pusieron los papeles al día, construyeron un salón más grande para trabajar y agregaron servicios de viandas. Además, se animaron a emprender en el rubro del turismo, ya que también construyeron dos cabañas, las cuales alquilan, y que representa una entrada más para esta familia de emprendedores.

'Todo lo que nosotros pretendíamos hacer en 2 o 3 años, en poco tiempo lo concretamos', aseguró Silvana. En la actualidad, este emprendimiento se alimenta de productos exclusivamente calingastino, formando y alimentando así una cadena de productores locales.

Todo este crecimiento de ‘Eluney’, la empresa familiar calingastina de productos artesanales, vino acompañado del fortalecimiento de su más ambicioso proyecto de vida: el de una familia de 4 integrantes