Durante la semana que pasó se conoció que el sacerdote Carlos María Domínguez, quien fue obispo auxiliar de San Juan desde 2019 a 2023, renunció a su cargo como obispo de San Rafael. El alejamiento de este religioso se dio después de que se supo que tres jóvenes denunciaron a este cura por haberlos sometido a abusos. 

En las últimas horas, el obispado de San Rafael, Mendoza, emitió un comunicado, firmado por el Presbítero José Antonio Álvarez, en el que confirmaron que el obispo de la diócesis, Carlos María Domínguez, renunció a su cargo luego de ser acusado de abuso sexual el 3 de febrero pasado

“Se informa a la comunidad diocesana que con fecha 3 de febrero del corriente año, personas adultas han denunciado ante las autoridades competentes a Monseñor Carlos María Domínguez por acciones indebidas infligidas contra ellas, provocando la renuncia efectiva del mencionado obispo”, indicó el comunicado.

Luego el comunicado oficial agregó: “Asumimos el compromiso de custodiar la intimidad de los denunciantes y sus familias, quienes siempre tendrán el derecho a acudir a la justicia civil”. Además, remarcaron que “dada la gravedad de los hechos se ha iniciado una investigación para que se medien las acciones canónicas que corresponden”.

En el final agregaron que lamentan “la herida y el dolor que esto provoca en el pueblo de Dios” y dijeron que confían en que “la búsqueda de la verdad ayude a un camino de sanación”.

Tras este informe nacional, el sitio Infobae tuvo acceso a la declaración de una de las víctimas ante el Juez Eclesiástico del Tribunal Interdiocesano de Mendoza. En ese testimonio, la presunta víctima contó que fue invitado por un vicario de la parroquia que asiste regularmente para colaborar como acólito durante la Celebración del Domingo de Ramos, que iba a estar a cargo de Monseñor Domínguez.

Ese fue el primer acercamiento del denunciante al obispo. Luego el sacerdote los comenzó a invitar con frecuencia y el trato se volvió cordial. En una oportunidad el obispo invitó a los tres jóvenes a cenar

Con el tiempo, el obispo y los muchachos tuvieron más contacto, se reunieron a comer, a charlar y esto fortaleció la relación de confianza. Hasta que comenzaron a haber comportamientos indebidos. 

La víctima, de la que se preserva la intimidad, contó que entre los comportamientos indebidos hubo “propuestas inapropiadas para realizar gestos físicos bajo el argumento de fortalecer la confianza, incluyendo tocamientos de carácter íntimo”.

El joven denunciante también habló de “juegos de acumulación de puntos que derivaban en supuestos castigos físicos, en donde el obispo tomaba los testículos de los jóvenes”, a la que justificaba como “una tradición personal”, y de “comentarios sobre la diferencia entre pudor y vergüenza, utilizados para racionalizar y normalizar situaciones de vulnerabilidad e incomodidad”, tal como consta en la declaración.

En otra parte de la denuncia, señaló que hubo una situación en la que el obispo hizo pasar a cada uno de los tres jóvenes por turnos a una sala donde él esperaba a puertas cerradas. Allí los invitó a bajarse los pantalones y la ropa interior, y les tocaba los genitales con la mano mientras les hacía pedía que le prometieran fidelidad a Jesús.

Hubo también otra situación en la que convenció a los tres jóvenes a bajarse los pantalones y la ropa interior estando los tres con él. Como ellos no se animaban, él los animó bajándose el pantalón y la ropa interior. “Cuando los jóvenes hicieron lo mismo, el obispo fue tomando el pene de cada uno en forma de saludo mientras decía “Hola, ¿cómo estás?” Luego les indicó que cada uno debía “saludarlo a él” de la misma manera“, según figura en la denuncia.

También existió una propuesta de vacaciones en un lugar apartado, en donde el obispo les habría sugerido a los jóvenes que iban a estor solos y podrían compartir más tiempo sin ropa, como una forma de ganar más confianza entre ellos. 

En la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) destacaron la rapidez con la que la Iglesia actúo en este caso puntual, ya que la denuncia fue realizada el tercer día de febrero y el sacerdote ya fue corrido y reemplazado.

La denuncia fue hecha en sede canónica, es decir, ante la Iglesia Católica de Mendoza, pero aún no fue realizada en la justicia civil. Al ser mayores, esa es una decisión que deben tomar los damnificados. En tanto, la Iglesia inició una investigación interna sobre lo sucedido.