Rosalinda Flores pedía auxilio desesperada a fines de 2012 ante las cámaras de Canal 13 San Juan, en su modesta casita del Lote Hogar 53, de Rivadavia. No lo hacía por ella, sino en nombre de su hijo, Víctor, afectado por una enfermedad cruel: la obesidad mórbida. Imposibilitado de subir a un colectivo o a un taxi -algunos no querían permitirle siquiera el acceso- pedían tan sólo una moto para su traslado hasta algún centro de rehabilitación.

Su historia terminó tristemente este domingo, con la muerte de Víctor este domingo. En su domicilio particular se llevaba a cabo el velatorio, a la espera de un féretro que tuviese las dimensiones correctas.

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