Carranza Torres habló de 'La Traidora': 'Siempre las cuestiones de Malvinas me han gustado'
El autor charló en un mano a mano con Diario 13 sobre el libro que pone en evidencia otro foco de la historia de la causa de Malvinas.
La traidora de Luis Carranza Torres es uno de esos libros que sorprende, sobre todo, a quienes aman la historia y lo respectivo al conflicto de Malvinas. Con ingredientes especiales, el autor comentó en Diario 13 como fue la creación de su nueva obra y que lo llevó a plasmar un punto de vista diferente a lo que conocemos de la historia.
Esta es una emocionante historia ambientada en la ciudad de Londres en abril de 1982. La protagonista, Gabrielle Sterling, se enfrenta a diversos desafíos en su vida. Ha experimentado una desilusión amorosa tras el final de su relación con su jefe y su carrera en el servicio civil británico no progresa como esperaba. Sin embargo, todo cambia cuando un enigmático hombre le presenta una peligrosa propuesta. Si acepta, deberá enfrentar el dilema de traicionar sus principios y valores, pero al mismo tiempo, redescubrirá aspectos de sí misma que su madre le inculcó. Esta propuesta la lleva a encontrarse en una encrucijada, donde deberá elegir entre dos bandos en un conflicto inminente que se desarrolla en la ciudad.
En medio de la creciente tensión por la inminente guerra, Gabrielle se siente atraída cada vez más por el misterioso hombre que la ha involucrado en esta peligrosa trama. A medida que la situación se intensifica, intrigas, pasiones y giros inesperados se entrelazan en su vida. La protagonista deberá arriesgarlo todo, incluso su propia vida, mientras quienes la persiguen se acercan cada vez más a descubrir su verdadera identidad.
A medida que se desarrolla la trama, Gabrielle se encuentra en un constante proceso de autodescubrimiento. A pesar del caos y la incertidumbre que la rodean, esta experiencia la hace sentir más viva que nunca. En medio de la intriga y la incertidumbre, puede que Gabrielle se dé cuenta de que no está traicionando a nadie, sino que, por primera vez, se encuentra a sí misma en esta apasionante historia de espías, amor sin fronteras y dilemas éticos.
Entrevista con Luis Carranza Torres
¿Por qué elegiste el conflicto de Malvinas, pero desde un foco tan original?
Siempre las cuestiones relativas a Malvinas me han gustado. Ya para los treinta años de la guerra había escrito una novela al respecto, pero no terminó de gustarme el resultado. En el 40 aniversario la retomé y le di un par de giros a la historia; dos fundamentalmente: centrar el relato en la vida de Gabrielle y contar lo sucedido desde la otra orilla, con lo que ocurría en Londres y, fundamentalmente, en el gobierno inglés.
Me gusta por lo general frente situaciones complejas, ponerme en el lugar del otro para poder apreciar su punto de vista. Entender al que es distinto siempre ha sido una preocupación en mi vida. Después, uno puede concordar o no. Aquí pasó algo así. Y pude ver que había en esa sociedad inglesa de 1982, material para un buen contexto literario sobre la guerra. También, me asombró hallar ciertos paralelismos con algunas de nuestras vivencias aquí en argentina.
Es que no son pocas las sorpresas que te depara ese ver con los ojos del otro. Por ejemplo, para los cuarenta años de la guerra, hubo una muestra en Londres de los dibujos que hizo Linda Kitson, la artista británica que fue enviada por el Imperial War Museum como “artista de guerra oficial” para retratar el día a día en el conflicto de las Malvinas de las tropas inglesas. En el folleto de la muestra, me llamó la atención que prácticamente se pedía disculpas por la guerra. Decía algo así como a pesar de ser una guerra imperialista y colonial llevada a cabo en pleno fin del siglo XX, se rescataba el arte que había en esos dibujos hechos en el frente de batalla.
El resultado literario de todo eso en la novela, me pareció que cerraba una historia profundamente humana, pero que a la vez retrataba bien los principales acontecimientos del conflicto.
Poner en evidencia el poder de la lealtad, ¿por qué?
Alguna vez en uno de esos test pre-ocupacionales que te hacen para empezar en un trabajo, me saltó que le daba un valor muy importante y determinante en mi vida a la lealtad.
Por otra parte, la traición ha sido siempre un acto de consideración ambivalente. "Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro", decía Georges Clemenceau, político y periodista francés. En la misma línea, Pedro Calderón de la Barca expresaba: "Siempre el traidor es el vencido y el leal es el que vence".
Tanto una como otra han estado presentes desde el origen de los tiempos, determinando muchas veces acontecimientos centrales de la historia de la humanidad. Desde el Caballo de Troya o el beso de Judas, podemos citar muchísimos ejemplos.
Por lo mismo, me pareció un tópico que no estaba muy empleado en la literatura, de cara a esos seres que están entre dos culturas, dos banderas, dos modos de ser que entran en conflicto. Y más aún, cuando quien lo tiene es una mujer, hacia su interior.
En el caso de la protagonista, esos elementos se tradujeron en una vida partida desde siempre al medio: una madre argentina y un padre inglés; nacida en Buenos Aires, pero criada en Inglaterra; con su vida en Inglaterra, pero sus afectos en Argentina; en suma, siempre tironeada a uno y otro lado, en todo: la lengua que hablar, la cultura, la religión, hasta como la llaman.
Fue una temática que me entusiasmó y que pronto articuló la cadencia de la novela.
Le das voz a una mujer muy fuerte, ¿qué te llevó a hacerlo?
Coincido con Arturo Pérez-Reverte que el siglo XXI, literariamente, pertenece a los personajes femeninos. Es el campo más fértil a la creación en el ramo.
También, como dije alguna vez, quise emparejar un tanto el marcador. A pesar que en la realidad hay muchas espías mujeres y tienen la fama de ser incluso mejores que los hombres en ese universo tan complejo de los servicios de inteligencia, eso no se ha traducido en lo literario.
Salvo por Liz Carlyle en las novelas de Stella Rimington, no hay muchas espías mujeres protagonistas de novelas, pese a que las protagonistas femeninas tienen increíbles potencialidades a la hora de contar una historia de este tipo.
Me gustó también la idea de una trama en que la protagonista fuera una mujer común, de carne y hueso, con sus alegrías y pesares, puesta ante eventos extraordinarios. Antes que una profesional, quería la mirada de sorpresa y novedad que tiene una aprendiz en cualquier tarea, en este caso el espiar, para contar lo que quería. Que resultara un poco la versión femenina de Cary Grant en Intriga Internacional, pero narrado desde lo que le pasa por dentro al tener que espiar, pues quería darle también una dimensión psicológica fuerte a la trama.
Dejas a la luz el machismo de la época, ¿tu personaje femenino es la evidencia de las capacidades de las mujeres?
Hay una frase que le escuché a Augusto Roa Bastos en una entrevista, que dice que “la mujer, aun atravesando las más aberrantes vicisitudes, puede mantener su dignidad intima, esta especie de inocencia innata, de candor de corazón”.
Eso fue lo que quise poner de manifiesto en Gabbs. Pueden anularte, pero nunca hacerte perder la dignidad.
Gabrielle es una mujer capaz, dedicada, honesta en su actuar y sentimientos, pero eso en la sociedad de su tiempo, no le ha brindado nada, sino todo lo contrario. Pareciera como que nunca termina de encajar en nada ni con nadie. Representa a todas esas personas buenas a las que les va mal, por alguna cuestión por lo general ajena a ellas. Pero que, aun así, no dejan de ponerle garra. Seres resilientes en el mejor sentido de la palabra.
Eso es lo que ocurre con Gabbs, como le dicen sus amigos a Gabrielle. Ella tiene el suficiente coraje como para atreverse a hacer lo que siente como correcto, así como para transitar un camino interior de autoconocimiento que va a poner en jaque mucho de todo lo que ha estructurado su vida hasta entonces.
Trato además por eso con ella de homenajear a todos aquellos seres humanos, sin importar su género, que pueden sacudirse de los mandatos que la sociedad les impone sobre cómo ser, para tener el coraje de llegar a ser ellos mismos.
Por eso al mismo tiempo de ser una novela de espías, La Traidora también cuenta la búsqueda de Gabbs por entender quién es realmente. Y de hallar a ese lugar en el mundo al que podemos llamar hogar.
¿Cómo fue el trabajo de recolección de datos históricos?
Arduo, porque tengo el concepto clásico de la novela histórica: los hechos son sagrados. La trama es la que se deba adaptar a la historia y no al revés como pasa en algunos casos.
Todo lo que se dice, los diarios que se mencionan, los noticieros, pasaron efectivamente. Y es algo que conlleva mucha investigación por detrás.
En lo que hace a la historia central, la encontré sin buscarla realmente. 2012, con motivo los treinta años de la guerra llevé el proyecto a una fundación de veteranos de guerra de llevar adelante una investigación histórica colectiva sobre los aspectos poco conocidos del conflicto. Lo aceptaron, de hecho, surgió un libro de esa investigación “Malvinas. Historias Ocultas de la Guerra” En el curso de ella apareció en algunos textos ingleses, este dato de un espía desconocido en el gobierno inglés que espió para la Argentina y del que poco y nada se sabía. El primer lugar donde lo vi fue en el libro inglés que cito al inicio, Al filo de la navaja de Hugh Bicheno, quien no es un historiador cualquiera. Antes de dedicarse a escribir sobre la historia, era un alto oficial del MI6, el servicio de inteligencia exterior inglés, estando activo durante el tiempo de la Guerra de Malvinas.
Me dediqué a profundizar en la historia, obteniendo alguna precisión más respecto de los datos que se filtraron, de alto nivel, pero ninguna respecto a quien podía haber sido. Sí era claro que estaba en un lugar privilegiado de las decisiones.
Poco y nada se sabe aún hoy de esa persona que prestó un gran servicio y tomó riesgos no menores para hacerlo. Por eso, el novelista tomó la posta para imaginar cómo podría haber sido.
Siempre me había gustado leer sobre la guerra y acumulé mucha información al respecto, sobre todo revistas y diarios de la época. Todo eso resultó crucial para describir ese mundo de inicios de la década de 1980, que tantas cosas interesantes tenía en cuanto a la música, el cine, la televisión, lo que se vestía o las costumbres sociales. Algo que también quise describir en la novela.