El paro del transporte público de pasajeros por 48 horas es un cross a la mandíbula para las decenas de miles de sanjuaninas y sanjuaninos que tendrán que ingeniarse otro modo para trasladarse al trabajo, la escuela o cualquier otra actividad impostergable. No hay mirada positiva posible frente a una noticia tan ingrata. O sí.

Por primera vez el poderosísimo sindicato que nuclea a los choferes de colectivos, la Unión Tranviarios Automotor, se subió al reclamo de las provincias por los subsidios nacionales para el transporte de pasajeros. Es una vieja pelea iniciada por 16 gobernadores, entre ellos Sergio Uñac. En mayo entró al Congreso un proyecto de ley para pasar en limpio el esquema de reparto, pero ahí quedó. Cinco meses juntando telarañas.

El paro de la UTA es inconveniente desde todo punto de vista para los gobernadores, que tendrán que soportar una cuota adicional de malhumor social este miércoles y jueves. Pero posiblemente la medida de fuerza termine siendo funcional a las provincias.

Luego de un primer comunicado muy confuso difundido la semana pasada, en que la UTA responsabilizaba 'a los gobernantes' por el conflicto salarial (?), este martes el secretario general del sindicato, Roberto Fernández, definió con claridad el blanco. El paro impactará en las provincias pero será un mensaje hacia la Casa Rosada. En silencio los gobernadores habrán anotado la maniobra a su favor.

Hay toda una curiosidad en este conflicto laboral de carácter privado: el sindicato y la patronal representada por FATAP están de acuerdo. Sí, parece insólito pero es real. Ambas partes coinciden en que la culpa de todo está en el esquema de subsidios. Por lo tanto, en la reunión de conciliación realizada este martes hubo una teatralización que terminó como debía terminar: sin solución más que un reclamo enérgico al Estado para que gatille mejores ayudas a las provincias.

'¿Si arreglaron en el AMBA, por qué no lo pueden hacer en el interior?', preguntó Fernández en una rueda de prensa luego replicada hasta el infinito en todos los medios de comunicación. Más claro, imposible. El asunto nuevamente se remite al impúdico privilegio que hoy conservan la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y alrededores frente al resto del mapa argentino.

Los subsidios que manda Nación al Área Metropolitana de Buenos Aires o AMBA prácticamente quintuplican los subsidios que manda a las 24 provincias juntas. Son 210.000 millones anuales para el Obelisco y alrededores, contra 46.000 millones anuales para el interior. Esa desproporción implica que el pasaje sea sideralmente mayor en un distrito que en otros.

Hay dos maneras de amortiguar la inequivalencia. La primera es con fondos provinciales. Es lo que hizo San Juan. Con recursos locales, el gobierno de Uñac hoy aporta el doble de lo que manda Nación, para contener la tarifa. El resto sale del bolsillo de los pasajeros. 

Por eso este mes comenzó con un reajuste tarifario del 40 por ciento que elevó la primera sección de 38 a 54 pesos. Hay otras jurisdicciones del país donde ese mismo viaje cuesta 70 pesos. En Buenos Aires vale apenas 25 a 29 pesos, según la distancia. Una ganga. Gentileza del Presupuesto Nacional.

Es lo que vienen denunciando los gobernadores, con Uñac a la cabeza, desde mayo. Infructuosamente. Por supuesto es un tema incómodo para Nación. Desde mayo hasta ahora hubo tres ministros de Economía. El reclamo por un esquema de distribución más justo empezó cuando estaba Martín Guzmán, luego pasó Silvina Batakis fugazmente y finalmente quedó Sergio Massa

Lo único constante fue el compromiso asumido con el Fondo Monetario Internacional de achicar el déficit. Es decir, bajar el gasto. Lejos, muy lejos de otorgar más subsidios, las medidas se orientaron hacia el recorte. Así surgió la llamada 'segmentación tarifaria' para energía y gas.

En rigor, los gobernadores nunca pidieron más subsidios sino que el mismo presupuesto asignado sea repartido con un criterio federal, más justo. Pero sacarle fondos al AMBA para redistribuirlos entre las provincias nunca fue una medida gratificante para la Casa Rosada. Enojar a los porteños significa sentir el malestar ahí, en el vecindario.

En cambio, el paro de choferes de colectivos este miércoles y jueves sucederá bien lejos de la avenida General Paz, de la 9 de Julio atosigada de protestas sociales. Será problema de los gobernadores, no tanto del presidente Alberto Fernández. O sí.

Por eso fue importante que Fernández, el líder de la UTA, sentara forzosamente a Nación en la mesa del conflicto del transporte del interior. A diferencia de los gobernadores, el gremio de los choferes sí pide más subsidios. No se le ocurre que le recorten al AMBA, porque eso iría en perjuicio de sus afiliados que trabajan en la Ciudad Autónoma y alrededores. No. Para la UTA la única solución posible es que Massa rompa la alcancía y mejore sustancialmente las ayudas para el resto del país.

Coincidió el reclamo de la UTA con la visita del ministro de Transporte de Nación, Alexis Guerrera, a la Cámara de Diputados donde se está tratando el Presupuesto 2023. ¡Justo! Una curiosa coincidencia. Una sincronía notable, que el conflicto salarial de los choferes suceda en medio de la discusión de fondos para el año entrante.

Entonces sí, el paro del transporte público de pasajeros por 48 horas es un cross a la mandíbula para decenas de miles de sanjuaninas y sanjuaninos. Algunos tendrán que sacar el auto o la moto que guardan durante la semana. Otros tendrán que llamar un remís, cerrando los ojos al sacar la billetera. Pedalear y caminar también serán opciones. Otros directamente optarán por faltar.

No hay mirada positiva posible frente a una noticia tan ingrata. O sí. Tal vez el poder de fuego que tiene la UTA sea el refuerzo que necesitaban los gobernadores, en el momento oportuno. 


JAQUE MATE