Sucedió en el Centro Cívico, a principios de esta semana. Un alto funcionario del nuevo gobierno testeó el clima previo al 20 de diciembre, consciente del malestar social por arrastre y agravado por las medidas de ajuste. Pidió colaboración a un importante movimiento social, para que la manifestación se lleve a cabo en orden. Sin violencia. Sin protocolo anti-piquetes. Sin la bravuconería de Patricia Bullrich.

El mismo alto funcionario recordó que Marcelo Orrego eligió a Horacio Rodríguez Larreta como primera opción presidencial. Bullrich vino sola después. Mucho menos acompañaron a Javier Milei. No forman parte del gobierno nacional. Todo esto se conversó a puertas cerradas, con la máxima reserva. Decirlo públicamente provocaría una ruptura con la Casa Rosada. La relación ya es compleja. Lo último que necesita la provincia es otro motivo de discordia con el libertario.

Por otra parte, la motosierra de Milei goza de muy buena salud. Según una encuesta de la consultora Zuban Córdoba y Asociados difundida este martes, el 55 por ciento de la población opina que el presidente recibe la peor herencia de la historia

En esta línea, más del 50 por ciento sostiene que no hay otra solución que el ajuste. Pero la misma encuestadora advierte sobre la volatilidad de estos números. No hay cheque en blanco. Ni mucho menos se puede pretender el silencio de los disconformes, que siguen siendo muchos.

La reflexión llegó a propósito de este 20 de diciembre, aniversario de aquel fatídico día de 2001, cuando el colapso de la Alianza terminó en estado de sitio, represión y muerte. El recuerdo de aquella fecha trágica se combina con el malestar por la crisis económica crónica y las medidas de shock del nuevo gobierno. Combo completo.

El intento de desalentar la protesta social a través del protocolo anti-piquetes será puesto a prueba. Es conocido el riesgo que implica poner a las fuerzas de seguridad en contra del reclamo ciudadano. La expresión pública de disconformidad está implícita en todo sistema democrático. La discusión sobre el corte de calles termina siendo un apéndice de la cuestión de fondo. Casi una distracción.

Los datos de Zuban Córdoba y Asociados indican que el presidente Milei tiene poco menos del 50 por ciento de imagen positiva. No está mal, teniendo en cuenta la catarata de anuncios impopulares realizados en apenas 10 días de gestión. 

Lo más llamativo es que su política de motosierra tiene mayor aprobación que el propio presidente, aún cuando el 75 por ciento cree que este ajuste lo pagará la gente común y no 'la casta'.

Una lectura apresurada de los datos podría inducir a interpretaciones erróneas. Por ejemplo, inferir que el nuevo gobierno tiene vía libre para avanzar sin sufrir deterioros. Por ahora, la punta de los reclamos asoma desde la izquierda. 

Este martes en Banda Ancha el ex candidato a gobernador y ex candidato a legislador nacional Cristian Jurado acusó al gobierno libertario de haber empobrecido a los trabajadores un 120 por ciento en 24 horas, con la devaluación implementada por el ministro Luis Caputo.

En línea con el discurso nacional, Jurado acusó a la CGT y los sindicatos más tradicionales de haber sido complacientes con el gobierno de Alberto Fernández. Curiosamente, este estigma de complicidad le cae a la central obrera por izquierda y por derecha también.

Los sectores afines a La Libertad Avanza y a Juntos por el Cambio le reclaman al arco sindical que se llame a silencio, porque caso contrario estaría conspirando contra el gobierno que recién comienza. El folklore argentino ahora impregnado en las redes sociales repite la misma copla hace tiempo: 'el peronismo no deja gobernar'.

La complacencia de la CGT con el Frente de Todos y su malograda economía hoy le impone un paréntesis. Pero una cosa son los dirigentes y otra es la gente. Al ciudadano común la crisis le viene pegando fuerte hace no menos de ocho años, con una sostenida caída del salario real. Todavía no sufrió el tarifazo en luz, gas y transporte público, pero llegará irremediablemente.

Las paritarias 2024 son un misterio, con una inflación galopante proyectada en 30 puntos para diciembre y otros 30 para enero. ¿Cuánto puede durar el acompañamiento manso frente al ajuste? ¿Cuánto tiempo más servirá la justificación de la pesada herencia para disculpar la agresiva política libertaria?

En San Juan la movilización se llevará a cabo este miércoles en horas de la tarde, con el consentimiento de Orrego. Los distintos articuladores del gobierno provincial tomaron contacto con organizaciones sociales para tender puentes de comunicación. A diferencia de Bullrich, la intención no es salir al choque.

Una fuente que estuvo días atrás en el flamante Ministerio de la Familia y Desarrollo Humano reveló el tenor de los diálogos que está proponiendo la nueva administración. Los funcionarios orreguistas están recordándoles a los dirigentes sociales que Marcelo jugó con Rodríguez Larreta, no con Patricia. Esa sola mención dice mucho en estos tiempos de confrontación a cielo abierto.

Orrego comunica lo justo y necesario. Ordenó a sus ministros reducir el contacto con la prensa. Cualquier declaración desafortunada podría echarle nafta al fuego. A muchos no les gusta el ajuste, porque hace años que lo vienen soportando. Y al que le guste, que se banque la pelusa. Se llama democracia.


JAQUE MATE