El hermetismo con que se manejó la primera y única reunión de transición entre Sergio Uñac y Marcelo Orrego tiene fundamento político. El gobernador electo no anticipará su participación en la administración ni apresurará la designación de equipos técnicos. Acelerar sería arriesgarse a dar un paso en falso.

Este es el punto de partida para comprender el inquietante plan de Orrego en esta larga transición con Uñac. El gobernador electo tiene todavía dos postas vitales, prioritarias, antes de ponerse la banda y tomar el bastón de mando. La primera de ellas será dentro de un par de domingos. La otra, en octubre.

Sin ser candidato, el 13 de agosto Orrego jugará su capital político en la primaria de legisladores nacionales. Apostó por Horacio Rodríguez Larreta y eso significa enfrentarse con Patricia Bullrich. Aún así, a fuerza de votos y de buenos modales consiguió apaciguar la feroz interna porteña. La confrontación nunca bajó a San Juan con la violencia que sí está ocurriendo en Buenos Aires.

Pero los guarismos del 13 de agosto serán implacables. Si gana Rodríguez Larreta en San Juan, habrá ganado Orrego. Si gana Bullrich, habrá perdido el gobernador electo. Fundamentalmente, habrán quedado fuera de carrera sus figuras para el Congreso: Emilio Achem para el Senado y Nancy Picón para Diputados.

No. Orrego no puede descuidar ese flanco de batalla. Mucho menos por la ansiedad de tomar las riendas de un gobierno que todavía no es suyo. En rigor, hasta el 10 de diciembre todo lo que suceda en la administración provincial será estrictamente competencia de Uñac.

Tres puntos emergentes ayudarán a comprender los costos que podría pagar Orrego si adelantara movimientos en esta transición maratónica:

1- Entender en la paritaria salarial docente y no docente implica desgaste. Emitir la más mínima opinión al respecto impactará en la opinión pública. Nunca podrá dejar conforme a la totalidad de los involucrados. Sigue lidiando con ello la ministra de Hacienda, Marisa López, tras convocar a los sindicatos para este martes con la esperanza de cerrar un acuerdo. Hoy es una pesada carga para quien gobierna. Orrego no tiene motivos para soliviar ese bulto. Si se mantiene al margen, nadie le podrá reclamar nada.

2- Entender en la Vuelta a San Juan implica desgaste. El secretario de Estado de Deportes, Jorge 'Koki' Chica, dijo la semana pasada que lograron una prórroga hasta después de las PASO para poder inscribir la carrera en la entidad internacional, a la espera de algún enlace con la gestión entrante. Orrego ganó las elecciones del 2 de julio con la promesa de bajar el calibre de los grandes eventos, para redireccionar partidas en favor de la educación, la salud, la seguridad y el trabajo. ¿Encaja la Vuelta a San Juan en alguno de estos cuatro ejes? Posiblemente sí. Pero, nuevamente, darle pulgar arriba o pulgar abajo traerá consecuencias. Nada obliga al gobernador electo a complicarse prematuramente con esa decisión.

3- Entender en la Fiesta Nacional del Sol implica desgaste. La ministra de Turismo y Cultura, Claudia Grynszpan, dijo recientemente que no pueden definir temática hasta que el nuevo gobierno mande algún emisario para coordinar la próxima edición. Es mucho más lo que está en juego. Hay contrataciones por realizar en un amplio espectro. Por ejemplo, comprometer a los grandes números artísticos si es que ese fuera el Norte de la gestión orreguista. Hacer o dejar de hacer será tan aplaudido como cuestionado, en una sociedad dividida. Embarrarse en estas cuestiones permitiría que se conviertan en tema de campaña.

A Orrego le llegará la hora de ponerle el pecho a las decisiones ingratas, inevitablemente. Pero su turno comenzará recién el 10 de diciembre. No tiene razón alguna para compartir el costo de las resoluciones políticas. Mucho menos cuando tiene por delante la disputa electoral por los escaños en el Congreso.

Aún ganando la primaria amarilla el 13 de agosto, al gobernador electo le quedará por delante el 22 de octubre. Recién entonces se medirá con la lista ganadora de la interna peronista. Apostará todo para quedarse con la mayoría. Está más cerca que nunca de conseguirlo: arrebatarle al PJ y su aliado, el bloquismo, dos de las tres bancas en juego en cada cámara.

Orrego asumirá el 10 de diciembre con una debilidad en la Legislatura, producto del desdoblamiento de las elecciones en San Juan. El 14 de mayo el uñaquismo y el giojismo se quedaron con 15 de las 19 intendencias y con casi dos tercios de la Cámara de Diputados. El próximo oficialismo tendrá que lidiar con una oposición muy poderosa. Ganar de manera contundente y categórica las bancas del Congreso le permitiría, relativamente, equiparar los tantos.

Primero, porque sería otra demostración de legitimidad. Una muestra de acompañamiento popular para empezar la gestión. Segundo, porque trendría mayores herramientas para posicionarse en el contexto nacional. La alta dependencia de Nación obliga a los gobernadores sanjuaninos a negociar políticamente los votos que tienen para ofrecer en el Congreso.

Ahí, en estas dos postas electorales, está puesta la prioridad de Orrego. Tiene el deber de ganar el 13 de agosto y el 22 de octubre. Recién después podrá empezar a mostrar su equipo de colaboradores para asumir el 10 de diciembre. Mientras tanto, enviará algunos delegados para empezar a recabar documentación de cada área ministerial. Pero nunca jamás habrá que considerar a esos nombres como la confirmación del próximo gabinete.

No habrá cogobierno. Esa es posiblemente la mayor definición política de Orrego en una transición atípica, como no ocurría hace 20 años.


JAQUE MATE