'La conducción del PJ está agarrada de los pelos', dijo una importante figura partidaria con estricta reserva de identidad. Aunque sea evidente, jamás podría salir a ventilar semejante intimidad. Una cosa es que se intuya, otra muy distinta es que se reconozca oficialmente. El problema para la principal fuerza de oposición es el motivo de festejo para los oficialismos.

Tanto libertarios como orreguistas pueden cerrar el 2024 con la expectativa de un 2025 promisorio en las urnas, merced a un oponente todavía desorientado. Aunque La Libertad Avanza y la versión sanjuanina de Juntos por el Cambio corren el riesgo de superponerse, porque comparten una porción del mismo electorado, están explorando identidades diferenciadas para ampliar horizontes. Incluso, mordiendo el voto que sostuvo al justicialismo en el gobierno durante los últimos 20 años.

La sopa peronista tiene varios ingredientes y un puñado de protagonistas que le darán sazón de cara a las legislativas del año entrante: Sergio Uñac, José Luis Gioja, Cristian Andino y Fabián Gramajo.

Uñac hizo su reaparición en público luego de prácticamente un año de riguroso silencio y solo algunas publicaciones formales en redes sociales. Tuvo su raid mediático con declaraciones de cierto espesor. Por ejemplo, el reconocimiento de que ir por otro mandato consecutivo fue una equivocación. Habrá caído bien en algunos militantes ese mea culpa. Lo estaban esperando.

Lo cierto es que el senador sigue ocupando un sitio destacado en la pirámide del poder provincial. Por lo tanto, dentro de su propio partido también. Aún cuando haya delegado la presidencia del PJ en manos de Juan Carlos Quiroga Moyano, conserva el manejo de los hilos. Lo dejó de manifiesto cuando promovió la enmienda constitucional para impedirle a Marcelo Orrego la re-reelección.

No fue una decisión partidaria. ¿Fue una movida de Quiroga Moyano a título personal? Resulta más creíble que la estrategia le llegó de arriba. Arriba está Uñac. El senador tiene encuestas que le adjudican una imagen todavía importante en la opinión pública. No son los valores de su época dorada, pero puede soñar con una candidatura a gobernador en 2027. Nadie podría negarle ese derecho mientras los sondeos lo sigan favoreciendo.

Esa competitividad latente es el mayor activo de Uñac un año después de haberle entregado el poder a Orrego. Ese capital fue el que cuidó milimétricamente, evitando la exposición mediática y limitando sus apariciones en redes para minimizar cualquier costo innecesario. Le resultó.

Pero, como un año atrás, Uñac tiene que coexistir con Gioja. La tropa del Flaco puede no ser tan robusta como antaño, pero sigue siendo lo suficientemente significativa como para tallar en el reparto de acciones del PJ. Gioja demostró su poder de fuego en 2023. Aunque no le alcanzaron los votos para derrotar a Orrego, sí pudo imponerse holgadamente sobre Rubén Uñac.

Ese antecedente le sirve como reserva para asomar nuevamente en 2025 como potencial candidato a diputado nacional. Nadie podría negarle el derecho de competir. De hecho, nadie lo ha hecho hasta ahora, cada vez que fue consultado al respecto en vivo en Banda Ancha.

Gioja dijo que no es tiempo de discutir sobre la enmienda constitucional que Quiroga Moyano presentó intempestivamente hace un par de semanas. Dejó en evidencia que la movida fue estrictamente uñaquista. Huelgan las aclaraciones.

Esta payada a dos puntas entre Uñac y Gioja, Gioja y Uñac, tensiona las aspiraciones de los que vienen trabajando sin descanso para mantenerse a flote en la consideración popular: Andino y Gramajo. El sanmartiniano tiene un pacto no escrito con el senador. Es competitivo según algunos sondeos de imagen, pero no tiene ninguna garantía.

Uñac le dio cobijo en su estructura de asesores y con ese gesto lo bendijo hacia afuera. Intendentes, diputados y concejales identifican en Cristian al hombre de Sergio. Pero no juega solo.

Gramajo defendió su lugar como un espartano, en soledad, sin padrino político y con viento en contra. Pero llegó a fin de año con el derecho ganado de estar en la conversación, cuanto menos. Pudo tomarse un par de fotos con Uñac en encuentros informales, pero el senador no lo acompañó en el multitudinario acto chimbero de Daniela Rodríguez, hace dos lunes. Esa ausencia significó lo que tenía que significar.

Sí estuvo Gioja. Pero entender esa presencia como una bendición política sería un exceso. Fue, en todo caso, un gesto de reconocimiento.

Gramajo dijo el lunes pasado en Banda Ancha que, antes de hablar de primarias o de lista de unidad en 2025, habrá que dialogar mucho. Lo mismo dijo la vicepresidenta partidaria, Graciela Seva, un día después. El problema es que el tiempo se les agota. Y la sopa no está lista.

JAQUE MATE

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