"Los casos han tenido un ligero crecimiento exponencial", dijo este miércoles el subsecretario de Medicina Preventiva de la provincia, Matías Espejo. La frase retumbó porque empezó a ponerle una cuota de dramatismo a la situación que atraviesa San Juan. Y eso que esto todavía no empezó.

Dejándoles el análisis científico a los especialistas, igualmente se puede hacer una lectura bastante sencilla de los números. Una comprensión al alcance de cualquiera, para dimensionar el tamaño del problema que enfrentan los sanjuaninos. O que están a punto de empezar a enfrentar.

Con los nuevos positivos informados este miércoles, la provincia acumuló 1.539 casos desde que empezó esta historia. Exactamente 14 días atrás, el 30 de septiembre ese número era de 870 personas. Vale decir que en dos semanas la cantidad creció prácticamente 77 por ciento. Impresionante.

Una relación semejante ocurrió con el peor final. Hace 14 días los fallecidos acumulados eran 43. Ayer eran 68 las víctimas mortales. Ese número subió 58 por ciento.

Claramente a esto se refería Espejo cuando habló del "ligero crecimiento exponencial". Más allá de los brotes que empujaron la estadística, en los geriátricos y en el Servicio Penitenciario, son cada vez más los contagios que ocurren diseminados en distintos puntos del Gran San Juan. Eso también fue aclarado por el titular de Medicina Preventiva: hay zonas donde la transmisión por conglomerado está avanzando.

El pico de 110 casos informados el domingo se debió a una dilación en la carga de los datos del sábado, según dijo Espejo. La aclaración era necesaria porque llamó la atención la diferencia con las jornadas anteriores. Prácticamente se triplicó el volumen en 24 horas. 

El otro dato sobresaliente es que ya no hay una incubadora de contagios. Están sucediendo en todas partes. Aún en los departamentos alejados. Pero mucho, mucho más en la zona urbana, donde hay mayor densidad poblacional y más personas en la vía pública. Es el abc del Coronavirus. Así como se propagó por otras ciudades del mundo y del país, así está empezando a ocurrir en esta tierra.

Fue necesaria también la aclaración de Espejo sobre la ocupación de camas en áreas Covid-19, después de que Nación pusiera a Capital y Rawson entre las ciudades con peligro de saturación. El funcionario de la cartera sanitaria dijo que “la situación sigue siendo operativa en los distintos niveles de complejidad. No se ha visto amenazada hasta el momento”. Habrá que subrayar la condicionalidad: por ahora.

Por eso los funcionarios de Salud Pública volvieron a pedir mayor “involucramiento social” ante el incremento de número de casos. Llegó el tan temido momento en que el virus puede estar en cualquier lado. Aún sin la etiqueta de la circulación viral comunitaria, todo sanjuanino, toda sanjuanina, se puede estar exponiendo cotidianamente al contagio sin saberlo, porque puede estar alternando con algún asintomático que ni siquiera tiene diagnóstico. La única defensa que queda frente a esa realidad es preservar la distancia, el uso del barbijo y el lavado de manos.

Si el sistema no se ha visto comprometido hasta ahora, igualmente hay algunas señales preocupantes. Las demoras en la línea de emergencias 107 son frecuentes, a juzgar por los mensajes que cotidianamente llegan a Banda Ancha a través de la línea de Whatsapp, pero también sumando experiencias relatadas de primera fuente. No cabe suponer que hay negligencia o falta de voluntad, sino una sobredemanda que está poniendo a prueba la capacidad de respuesta de los equipos.

En este sentido resultó muy valioso el testimonio del periodista Sebastián Saharrea el pasado martes en Paren las Rotativas. Desde el aislamiento en su domicilio, contó su experiencia de haber esperado durante horas, en una fila en la puerta del Centro de Salud Barassi, para realizarse el hisopado que tenía indicado. Con ojo crítico y entrenado, el comunicador reflexionó acerca de la presión que está empezando a sentir el sistema sanitario. Esto está pasando ahora.

Sin desconocer esta presión, la viceministra de Salud, Alina Almazán, también apeló al sentido común. Dijo que “si somos responsables y nos cuidamos, haremos bajar los índices de contagio”. Fue un reconocimiento de que la tasa de transmisión se está recalentando y que por supuesto esto eventualmente pondrá a prueba el sistema.

Nadie está a salvo de enfermarse. Nadie tiene la culpa de contraer un virus. Casi siete meses después de que empezó la cuarentena, la persecución de los pacientes es un mal recuerdo. Sin embargo, siempre está a la mano la posibilidad de reducir al mínimo el riesgo de contagio. En eso consiste el desafío que empieza, recién ahora, a vivir San Juan.

Si en 14 días los casos subieron 77 por ciento y esa curva se mantiene constante, no cuesta imaginarse las dificultades en el corto y mediano plazo. Y esto todavía no empezó.


JAQUE MATE