¿Qué es el hambre emocional y en qué se diferencia del hambre real?
Silvina Ortega, nutricionista sanjuanina, compartió con Banda Ancha cómo ciertos alimentos pueden ayudar a aliviar la ansiedad y promover un descanso reparador.
En la ajetreada época de fin de año, donde los compromisos laborales, los eventos festivos y la carga de tareas pueden generar altos niveles de estrés y ansiedad, la alimentación desempeña un papel clave en la regulación de nuestro bienestar. Silvina Ortega, nutricionista sanjuanina compartió con Banda Ancha cómo ciertos alimentos pueden ayudar a aliviar la ansiedad y promover un descanso reparador.
“Uno de los aspectos que quiero destacar es la diferencia entre el hambre fisiológica y el hambre emocional”, explicó Ortega. El hambre fisiológica, ese hambre que aparece cuando llevamos varias horas sin comer, es una necesidad real del organismo. “Es el tipo de hambre que aparece repentinamente y se calma con cualquier alimento”, añadió. Por el contrario, el hambre emocional se manifiesta como un deseo de consumir alimentos específicos, normalmente altos en azúcar y grasas, en respuesta al estrés o la ansiedad. “Este tipo de hambre se asocia con la culpa posterior, cuando uno se siente mal por haber comido de manera descontrolada”.
Silvina destacó que, si bien la alimentación no cura la ansiedad, “sí puede atenuarla”. Esto es posible gracias a ciertos nutrientes que estimulan la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina. “El chocolate, por ejemplo, contiene triptófano, un aminoácido que favorece la producción de serotonina y contribuye a la sensación de placer y relajación”, afirmó la especialista. Otro alimento recomendado es el huevo, “que aporta triptófano y también favorece el descanso”.
Entre los alimentos que ayudan al descanso se encuentran las bananas, ricas en magnesio, que no solo promueven la relajación muscular, sino que también mejoran la calidad del sueño. “Los frutos secos, como almendras y nueces, también son una buena opción”, añadió Ortega. “Estos alimentos deben incorporarse de manera regular en la dieta diaria para que sean efectivos”.
Ortega enfatizó que una cena “única y ligera”, por lo menos un par de horas antes de dormir, puede facilitar un descanso más reparador. “Comer en exceso o consumir alimentos ricos en grasas y harinas puede dificultar la digestión y afectar la calidad del sueño”. Además, aconsejó complementar la cena con tés de hierbas como manzanilla o valeriana, que tienen propiedades relajantes.
Silvina Ortega también recordó la importancia de mantenerse hidratado y de la actividad física. “Cuando una persona está deshidratada, puede experimentar sensaciones de hambre que en realidad son de sed”. Beber suficiente agua y hacer ejercicio “libera endorfinas, que contribuyen a una mejor calidad del sueño”. La nutricionista destacó que la alimentación, junto con técnicas de relajación como yoga y meditación, pueden ayudar a controlar la ansiedad y el estrés. “A menudo, las personas subestiman el poder de dedicar cinco minutos al día para desconectarse, pero es fundamental para la salud mental y física”, concluyó.