En el marco de la Semana Mundial de Concientización sobre el Uso de los Antibióticos, expertos en salud advierten sobre la importancia de prevenir la resistencia antimicrobiana, un problema creciente que impacta la eficacia de tratamientos para infecciones. La doctora Daiana Escudero, médica infectóloga, y la bioquímica Marisa López, compartieron recomendaciones clave para reducir este riesgo.

La resistencia antimicrobiana ocurre cuando bacterias, virus, hongos o parásitos desarrollan mecanismos para defenderse de los tratamientos. Según Escudero, esta resistencia se debe, en gran medida, al mal uso de antibióticos y otros antimicrobianos. "Automedicarse o no completar el tratamiento según la indicación médica son prácticas que fomentan la resistencia", explicó.

Cuando alguien toma un antibiótico sin la recomendación de un profesional, o no respeta las dosis y horarios prescritos, puede favorecer el desarrollo de bacterias resistentes, lo cual complica las opciones de tratamiento y aumenta los costos y riesgos para la salud. Escudero enfatizó que estos casos llevan a internaciones más prolongadas y a mayores tasas de mortalidad.

La resistencia a los antimicrobianos es una crisis global. Un estudio de 2019 reportó que casi cinco millones de personas murieron debido a infecciones resistentes. Para 2050, se estima que estas muertes podrían alcanzar los 39 millones. "Es un problema que nos afecta a todos y que exige un esfuerzo conjunto", afirmó Escudero.

López, experta en bacteriología, explicó que "las bacterias son las que adquieren resistencia, no las personas". Esto significa que, ante infecciones con bacterias resistentes, los tratamientos pueden volverse ineficaces. "En mis análisis de laboratorio, a veces pruebo hasta 20 antibióticos y solo dos resultan efectivos", comentó. En estos casos, la falta de respuesta complica la labor médica y pone en riesgo la vida del paciente.

Escudero y López recomendaron no automedicarse, cumplir con las dosis y el tiempo indicado en los tratamientos, y practicar una correcta higiene de manos para reducir la incidencia de infecciones. “El simple acto de lavarse las manos reduce el riesgo de transmisión de enfermedades y es una medida eficaz contra la resistencia antimicrobiana”, concluyó Escudero.