Desde Taiwán, un sacerdote sanjuanino contó cómo es vivir al otro lado del mundo
Federico González lleva casi cinco años en Taiwán y relató cómo son sus experiencias en un país donde las costumbres son muy distintas y no hay una mayoría católica.
Se llama Federico González, es sacerdote y desde hace casi cinco años que vive en Taiwán. El que creció en el barrio Manantiales, contó cómo son sus experiencias en esta isla en la que predomina la cultura china y son pocos los que profesan el catolicismo.
En entrevista con el programa Buen día, día que se emite por Canal 13, desde el otro extremo del mundo, el joven reconoció que hay muchas diferencias culturales con la Argentina. Relató, por ejemplo, que hace unos días fue a comer con gente de su congregación y a las nueve de la noche ya habían cerrado el restorán en el que estaban. “En San Juan a esa hora están abriendo”, recordó entre risas.
Federico pertenece al Instituto del Verbo Encarnado desde donde le encomendaron instalarse en Taiwán porque esta isla que está al sur de China, una nación con la que se mantiene en constante tensión.
Mientras en China no se admite al catolicismo, en Taiwán hay pocos católicos, pero se les permite profesar su fe. Se calcula que solo el 1% de la población de Taiwán es católica, hay pocos sacerdotes, por eso se le pidió que fuera a misionar a este lugar.
El sanjuanino contó que por estos días están atravesando una celebración que es el Año Nuevo Lunar, que implica toda una serie de tradiciones y rituales que forman parte de la cultura de la población.
Este año es el de la serpiente de madera y el año pasado fue el año del dragón, fue considerado muy importante, ya que se cree que la gente que nace en un año del dragón llega dotada con mayor fuerza y su destino es alcanzar la prosperidad y el éxito. Es tan importante para ellos que ese año hasta aumentan los niveles de natalidad.
Sobre la celebración del Año Nuevo Lunar explicó que es todo un ritual cargado de significancia y que se vive con mucha profundidad. Contó que el color predominante es el rojo, la gente decora con carteles con buenos deseos para el nuevo año y arrojan elementos parecidos a los fuegos artificiales. “Las familias se juntan a limpiar sus casas para sacar lo viejo y recibir lo nuevo”, aseguró Federico.
Otro tema que se habló en la charla es el idioma. Federico contó que hace cuatro años que estudia chino y ya lo habla con fluidez, puede dar misa, homilía y confesar en chino, pero sigue aprendiendo este idioma.
“Se dice que para un misionero es la primera y la última cruz, uno llega al lugar, no sabe el idioma, tiene que aprenderlo y nunca va a terminar de aprenderlo como un nativo”, cerró el religioso que se disponía a seguir con sus actividades.