Caída de la natalidad en Mendoza: el reflejo de una tendencia global
Las mujeres postergan convertirse en madres al dar prioridad a otros intereses.
La disminución de la natalidad en Mendoza es un fenómeno que se viene observando desde hace más de cinco años y que, según especialistas, responde a múltiples factores. Entre ellos se encuentran una mayor planificación familiar y la creciente decisión de no seguir los mandatos tradicionales de la sociedad reflejó un informe presentado por diario El Sol.
El avance en políticas de salud sexual y reproductiva también ha jugado un rol clave, facilitando el acceso a métodos anticonceptivos y consultorías especializadas. Según datos del Registro Civil de la provincia, hasta septiembre de este año se registraron 14.468 nacidos vivos, lo que representa una caída de más del 7% en comparación con el mismo periodo de 2023, cuando nacieron 15.575 bebés. Si se compara con 2022, el descenso supera el 10%.
Esta tendencia no es exclusiva de Mendoza; forma parte de un fenómeno global. En el ámbito local, sus consecuencias ya comienzan a sentirse: para el ciclo lectivo 2025, se proyecta una menor cantidad de ingresantes a las salas de 4 y 5 años en el nivel inicial. Esta situación ha llevado a la Dirección General de Escuelas (DGE) a reestructurar recursos, ampliando la oferta de salas para niños de 3 años en jardines maternales y centros educativos municipales.
El retraso en la decisión de tener hijos
La decisión de postergar la maternidad o paternidad, e incluso de no tener hijos, puede analizarse desde diversas perspectivas. La psicóloga Belén Riccio (MP 3244) señaló que la tendencia al individualismo y a evitar compromisos con otros es cada vez más evidente.
“En el consultorio se observa que muchas personas, especialmente entre los 25 y 40 años, explican este retraso en términos económicos y personales. No desean asumir la responsabilidad financiera ni emocional que implica tener hijos, ya que priorizan sus proyectos individuales”, explicó Riccio.
La profesional también destacó que la maternidad y la paternidad implican una reorganización total de la vida: desde el tiempo disponible hasta la prioridad en el manejo de recursos económicos. Además, para las mujeres, el impacto físico y emocional comienza con la gestación y se extiende durante la lactancia, lo que genera ansiedad y frustración en muchas de ellas.
“Hoy, la maternidad se está postergando hasta los 42 o 45 años, algo que antes rara vez superaba los 35. Sin embargo, muchas mujeres que optan por ser madres en esta etapa lo hacen más por cumplir con un mandato cultural que por un deseo genuino”, añadió Riccio.
La presión social sigue siendo un factor importante, especialmente para quienes superan los 25 años. Aunque la prioridad de las nuevas generaciones está en el logro personal, la expectativa de ser padres o madres persiste, aunque con menor intensidad que hace algunas décadas.
Maternidad desde el deseo, no desde el mandato
Además de los condicionantes sociales y económicos, la fertilidad es un factor crucial en la decisión de ser madre. Las especialistas Victoria Montaña (MP 960) y Julieta Jorquera (MP 965) coincidieron en que cada vez más mujeres se preocupan por su salud reproductiva y planifican la maternidad de manera consciente.
“En nuestro consultorio atendemos principalmente a mujeres mayores de 30 años, muchas de las cuales priorizan su desarrollo profesional antes de considerar la maternidad. Sin embargo, vemos una tendencia positiva: cada vez más parejas planifican tener hijos desde el deseo de maternar, y no por presión social”, afirmaron las obstetras.
También subrayaron la importancia de realizar controles médicos antes de los 30 años para evaluar las condiciones de fertilidad, ya que el estilo de vida y el estado de salud influyen directamente en la capacidad de concebir.
Este cambio en las dinámicas sociales y personales refleja una nueva forma de entender la maternidad y la paternidad, donde el deseo y la planificación ocupan un lugar central, por encima de los mandatos culturales y las presiones externas.