El terror se mudó al interior
Una lectura para anticipar y proyectar la pandemia en la provincia. San Juan repite al país. Los departamentos miran azorados.
De ninguna manera se relajaron los controles en los accesos a San Juan, tanto para repatriados como para transportistas. Pero ya no es lo que era. El enemigo invisible que amenazaba desde afuera ya logró perforar las defensas. Está aquí adentro. El cambio provocó una rápida reacción y las barreras sanitarias migraron al interior como no había ocurrido hasta ahora.
Es notable que la situación actual dista bastante de aquella sostenida a lo largo de 150 días, de provincia libre de circulación viral. La apuesta era bloquear el ingreso del virus todo cuando fuera posible hasta que finalmente sucediera. Ahora, quebrada esa barrera, la acción rigurosa se mudó a los ingresos de los municipios que todavía no anotaron ningún caso positivo.
Fue un desplazamiento. Con casos confirmados en todo el Gran San Juan, Caucete, Pocito, Angaco, San Martín, 25 de Mayo, 9 de Julio, Sarmiento y Valle Fértil, el resto de los municipios todavía con la estadística en cero blindó sus fronteras al extremo. Es el caso de Iglesia, donde nadie entra sin someterse a un test rápido. Pinchazo, reactivo y resultado negativo, es el procedimiento obligatorio para poder seguir camino hacia el interior del departamento cordillerano.
Igualmente para los iglesianos son días de temor y nerviosismo. Sienten el acecho de la pandemia allí en esa geografía enmarcada por el macizo andino, el punto sanjuanino más alejado del puerto de Buenos Aires. El virus todavía no entró, pero saben que en algún momento podría ocurrir. Están tachando los días, esperando cada parte sanitario.
"Si por ellos fuera no entraría nadie al departamento", confesó el intendente Jorge Espejo, en una entrevista en Banda Ancha. Nada diferente del discurso y la postura que tuvieron muchos sanjuaninos de zona urbana en Fase 5. Pidieron el cierre total de fronteras, aún pagando el costo del desabastecimiento, aún sometiendo a los transportistas a cumplir reglas imposibles, sin permiso para bajar del camión para ir al baño o a comprar el almuerzo.
El rigor apenas sirvió para demorar el avance de la pandemia. Fue una conquista importante en términos sanitarios haber retardado los casos, pero también puso al descubierto que planificar una zona libre de Covid-19 eternamente siempre fue una fantasía. El fenómeno se trasladó varios kilómetros al interior de la provincia. Con los contagios por conglomerado en distintos puntos, las comunidades más distantes aseguraron puertas y ventanas antes de que llegue el vendaval. Pero el ingreso de personas no se puede detener. Hay varias empresas trabajando en Iglesia con empleados de otros puntos de la provincia e incluso del país.
La mina Veladero es el caso más visible. No solo Barrick y Shandong movilizan a cientos de personas hasta Iglesia sino también sus contratistas. Pero hay grandes obras públicas de todo tipo licitadas y ejecutadas por firmas nacionales o provinciales que desplazan a cantidades de trabajadores. Está la Línea de 500, la Estación Transformadora, el acueducto, el inicio del Hospital de Rodeo, las refacciones en escuelas y la construcción de un barrio del IPV. El movimiento hacia el departamento es incesante. Van y vuelven cotidianamente.
El mismo detalle podría ofrecerse al hablar de Jáchal o Calingasta, Zonda o Ullum. El aislamiento total hasta que se apague la peste es sencillamente imposible. La única alternativa se resume en aprender a convivir con el virus, con los protocolos adecuados para encapsular los contagios y cortar rápidamente las vías de transmisión. Para algunos, esta idea puede sonar a sentencia condenatoria. O incluso a resignación frente a lo inevitable. En todo caso, es una dosis de realidad.
Un día atrás, en esta columna se habló del AMBA sanjuanino, en referencia a la lectura del Gran San Juan como un solo conglomerado urbano, indivisible más allá de los límites políticos. Si se entiende a Capital, Rawson, Chimbas, Rivadavia y Santa Lucía como una unidad, la cantidad de casos positivos es la más alta en toda la provincia. Incluso más que Caucete, con el agravante de que la densidad poblacional del Valle del Tulum es uno de los requisitos predilectos del virus que azota al planeta.
El germen que atacó primero a las grandes capitales del mundo llegó en segunda instancia a las ciudades más importantes de la Argentina, siempre con la misma dinámica. Ahora le tocó el momento a San Juan y aunque todavía queden lugares a salvo, hay que admitir que en cuestión de horas eso puede cambiar. Y que no será el fin del mundo. Apenas, la historia que le tocó atravesar a la humanidad en este inolvidable 2020.
JAQUE MATE